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Abuso“Mi mamá me hacía dormir con mi papá y el abusaba de mí”, el desgarrador testimonio de una salteña

Luego de callar por muchos años, una joven de 36 años decidió romper el silencio y contar lo que le tocó vivir de niña. Su madre nunca le creyó y ella nunca lo pudo denunciar. “Le pido a las mamás que presten atención a las conductas de sus hijos,” dijo.

Hace más de 30 años, cuando tan solo era una niña, Alejandra vivió un infierno que hoy decidió sacar a la luz. Tomó coraje, visitó la redacción de InformateSalta y contó que su mamá la hacía dormir en la misma cama con su padre, quien abusó sexualmente de ella durante muchos años. El hombre ya murió pero su madre nunca le creyó.

“Me aguanté, me aguanté y sentía que me volvía el recuerdo  y sentía que no era yo la única. Me guardé por mucho tiempo y también para ayudar a otra gente. Mi papá era mucho mayor que mi mamá cuando la conoció. Fruto de ese amor nací yo y después otro hermano. Ella me hacía dormir con mi papá, él era alcohólico, yo tendría 3 o 4 años hasta los 10 años,” comenzó en su relato.

Con voz temblorosa y nerviosa, la mujer detalló que los cuatro vivían en una precaria vivienda de Villa Primavera, todos dormían en la misma pieza, en dos camas. Ella con su papá y su hermano con su mamá.

“Yo recuerdo que me manoseaba, me hacía tocar sus genitales. Ella sabía eso, pero ella para librarse ella, para que mi papá no la esté tocando a ella, prefirió entregarme a mí. Y eso es lo que él quería. Después yo me enteré que era pedófilo, que abusó de una hijastra, sabían mis tías, la hermana de él, sabía su hijo y nunca me advirtieron y nunca hicieron nada porque tampoco me iban a visitar, yo no entendía porque, yo me crie solita, jugaba solita,” expresó.

Con el correr de los años, su mamá decidió separarla de él y comenzó a dormir en otra cama, sin embargo, el hombre decidía cruzarse al medio de la noche o llevarla e ella de nuevo a su cama. “Yo jugaba todo el día, me metía en la cama y no sentía nada. Después desperté un día, me estaba destapando o algo ya me había hecho y se que mi mamá lo retó ahí. Yo no entendía nada lo que había pasado. Después en dormida no sé cómo estaba en la cama de mi papá, había amanecido en la cama de mi papá cuando ya tenía mi propia cama,” indicó.

En ese momento, aún sin entender muy bien lo que le estaba pasando, sus reacciones buscaban llamar la atención de una madre, que siempre la ignoró. No expresaba con palabras lo que estaba viviendo pero se portaba mal y hasta rompía en frente de sus ojos fotografías de cuando era una niña, sin embargo la señora nunca ni siquiera la retó.   

Alejandra fue creciendo y en su adolescencia comenzó a buscar en un hombre el cariño que ella nunca recibió, comenzó a tener novios e intentaba esconder su dolor, sin embargo a la hora de la intimidad algo muy fuerte la frenaba y no quería que nadie la tocara.

“Yo estudiaba de noche, hasta tarde y me levantaba a la mañana temprano. A los 17 años me quedó hasta tarde, aun así deprimida, en esa época habían de esos diarios íntimos, yo ya estaba empezando a escribir todas las cosas, me estaba despidiendo y quería que la gente sepa lo que me habían hecho.  No quería vivir ya. Y una noche, cuando miré para la cama de mi papá, el me estaba mirando y me mostró sus genitales,” manifestó.

En ese momento, decidió contarle a su tía, hermana de su padre lo sucedido, y ella enfrentar a la madre de Alejandra. “Mi mamá decía no puede ser. Me trató de mentirosa y lo defendió a él,” aseguró.

Al poco tiempo, por la bronca que sentía, decidió entregarse por primera vez a un hombre y luego quedó embarazada, sin entender como había sido posible si ella “no sentía nada” durante el acto sexual.  

Con su hija a cuestas tuvo que irse obligada de su casa, con el padre de su bebé, convivió un tiempo con él, pero luego de separaron. “Me fue mal a causa que no sané heridas, mis hijos no viven conmigo por causa de mis traumas psicológico, poco saben de mi historia. Ahora estoy sola, sufrí violencia psicológica, de género y sexual,” aseveró.

Tras todo lo que pasó, Alejandra decidió buscar refugio en la Iglesia, a la que acude desde hace unos años, donde encontró ganas de volver a vivir y volvió a tener esperanza. Su padre murió hace 11 años de cáncer de estómago y ya no puede denunciarlo, pero quiere con su relato incentivar a aquellas mujeres que atraviesen una situación similar a que si lo hagan. “Es mejor hablar porque uno se enferma en lo espiritual y comete errores graves,” afirmó.

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