Opinión

Análisis Macri arriesga todo si no salva al partido del ballotage

Por Ignacio Zuleta

Internas al rojo. En Córdoba, la pelea entre Mestre y Negri podría fracturar a Cambiemos. Algo similar sucede en otros distritos. Para el Gobierno, la crisis es culpa de los pedidos radicales y le pusieron nombre y apellido.

El Gobierno tiene poco más de tres meses para recomponer su principal activo político, hoy fracturado por razones que la historia determinará en su momento, que es la alianza que le hizo ganar las elecciones de 2015 y 2017. La integridad del Partido del Ballotage que lo hizo presidente a Mauricio Macri está en el peor momento que se recuerde, pese a que transitó por turbulencias que pudieron ser terminales en varios momentos de este mandato. La herida más importante sobreviene de la fractura de relaciones entre el Pro y la Unión Cívica Radical, en unos términos tan hondos que hacen empalidecer las tribulaciones de Cambiemos cuando enfrentó las críticas de Elisa Carrió, jefa de la Coalición Cívica. Si el oficialismo no encuentra la manera de recomponer el arco de fuerzas de representación del voto no peronista, que se impuso en las dos últimas elecciones, pone en peligro el principal proyecto, que es la reelección de Macri. A esa tarea se entregarán los bastoneros de Cambiemos en la serie de reuniones que abren la semana. La principal es la sesión de la mesa política de la Coalición, que debe emparchar el agujero más grande, la pelea entre los radicales Mario Negri y Ramón Mestre por la candidatura a gobernador. Esa inquina entre dirigentes del partido hace peligrar la existencia de Cambiemos en el segundo distrito en cantidad de votos de la Argentina, y el control de esa fuerza en el gobierno de la capital provincial. La cumbre de la mesa política que se hará a media mañana de este lunes asume que Macri deberá ejercer, con un golpe de mesa, su rol de jefe político, y ordenar las fuerzas provinciales. No es fácil, porque el presidente ha hecho gestos en favor de sus candidatos, pero se mueve como si su mejor opción fuera el peronista Juan Schiaretti. El gesto replica adhesiones a otras fuerzas, que el Gobierno ya ha elegido, en provincias en donde Cambiemos no puede ganar. En Río Negro apoya la reelección de Alberto Weretilnek, con tal de que no gane el cristinista Martín Soria. En Neuquén prefiere al emepeneista Omar Gutiérrez con tal de que no gane el también cristinista Ramón Rioseco en las elecciones de hoy. Este fin de semana Gutiérrez le transmitió a Olivos que podía asegurarse una victoria por más de 5 puntos, marginando al candidato radical Pechi Quiroga a un tercer puesto, pese al apoyo de estrellas nacionales del partido, como Alfredo Cornejo y Martín Lousteau, en el acto de cierre. Estos apoyos a fuerzas ajenas esconden un hábito de la política, aquí y en cualquier lugar, que es la insinceridad. En el caso de Córdoba, por el tamaño del distrito y la importancia de Negri en el elenco nacional de Cambiemos —jefe del interbloque, predilecto de Macri en reuniones de mesa chica— le impidió sincerar la predilección estratégica por Schiaretti. La suerte de éste como gobernador es parte de la conveniencia para Macri: comparten electorado y el “Gringo” aporta algo clave, que es sacar al peronismo de Córdoba del juego del peronismo nacional, mediante el desdoblamiento de las fechas de elecciones.

El Pro ahora se queja de que los radicales los atropellan

Si Macri no interviene en persona para ordenar ese distrito, como lo hizo en 2015 en favor de la candidatura de Oscar Aguad, demostrará que no tiene capacidad para salvar al Partido del Ballotage. O que entiende que la fórmula de 2015 puede ser reemplazada por otra estrategia que nadie conoce. Ya fumigó a los actores de aquel pergeño, como Ernesto Sanz y Emilio Monzó. La foto del momento revela otra diferencia: en 2015 y 2017 el Pro le había tomado la delantera a la UCR en el armado de las listas de candidatos. En este turno los radicales hacen músculo, se apoderan de candidaturas a gobernadores, desdoblan las fechas en las elecciones locales y arrinconan a los postulantes del Pro. Hoy éstos están a punto de quedarse sin posibilidad de competir porque la liga Negri-Baldassi-Juez denunció las internas, y las hace depender de la justicia local. Si ésta suspende las elecciones del 17 de marzo, o si manda a que se hagan con las condiciones que impone Mestre, se acabó Cambiemos en Córdoba, y eso tendrá un efecto en otro distrito como Mendoza. Allí el conservador Omar De Marchi enfrentará en desventaja al candidato radical Rodolfo Suárez en las PASO para la gobernación. Así como Negri espera que intervenga la mesa de Cambiemos, De Marchi espera que lo llame Macri y le evite un cataclismo partidario que disipará la fuerza que el Pro tiene en esa provincia. La paliza que el radical pampeano Daniel Kroneberger le propinó al macrista Carlos Mac Allister en las internas por la candidatura a gobernador dejó groggy a la mesa del Pro, para reaccionar ante el avance de sus aliados radicales. La oposición peronista se inspira en la misma estrategia de Cambiemos en 2015, y apura la integración de otro Partido del Ballotagepara enfrentarlo a Macri en octubre. Eso explica que el cristinismo cierre alianzas en todos los distritos con los otros peronismos, construyendo ese Partido del Ballotage desde abajo hacia arriba.

El Pro a congreso con agenda intransigente

El público estaba al tanto de las quejas de los radicales contra la cúpula de Cambiemos. En el debate de las candidaturas, ahora se empieza a enterar de las quejas de los macristas de todo el país. Este lunes el Pro nacional hace un Congreso Nacional que se agotará en formalidades, salvo en el informe que rendirá el secretario partidario Francisco Quintana sobre los cierres en todas las provincias. En esas reuniones del Pro no suele haber mucho debate, sólo bajadas de línea. Pero el malestar puede llegar a notarse, como en la reunión de bloque de esa fuerza de hace dos semanas, en la cual el jefe Nicolás Massot debió escuchar el pedido para que los funcionarios nacionales e incluso en propio Macri, limiten sus visitas al interior, porque no siempre pueden ser una ayuda a sus candidaturas. En el Congreso, que se hará en Parque Norte, Marcos Peña cerrará el encuentro con el rap usual de ese partido ante las elecciones: 1) estamos en control de la situación; 2) sabemos lo que tenemos que hacer; 3) no nos van a ganar; 4) lo que hay que poner es energía positiva. Esas normas estratégicas parecen suaves, pero transmiten intransigencia en la relación con los aliados y son producto de los resultados de los focus groups hechos en el área metropolitana, que aconsejan intransigencia para fidelizar en voto propio.

Para Macri, pedidos de Cornejo arrastraron a la crisis

Ese ánimo de intransigencia afloró en los debates que hubo en el área presidencial cuando desmenuzaron el documento que emitieron los consiglieri de la UCR en Corrientes. De esa pieza, que se redactó sobre la base de un borrador que aportó Cornejo, retuvieron el pedido de revisar la política de tarifas y promover el consumo. Macri mismo comentó en la reunión de Gabinete del jueves que no hay otro camino que cumplir con las metas de control del déficit, so riesgo de perder el prestigio del Gobierno en el cumplimiento de la palabra. Además, agregó en el debate con ministros y jefes legislativos, estos pedidos de radicales tienen evocaciones siniestras para el Gobierno. La crisis de 2018, recordaron ese día en el Gabinete, se inició con un planteo de Cornejo sobre el plan de las tarifas. Eso le costó al Gobierno la cabeza de Juan José Aranguren y el contraataque de la oposición, que redobló la apuesta con una ley de freno al aumento, que Macri debió vetar en mayo de 2018. A ese incidente siguió la salida de los capitales de inversión que respondieron a incitaciones del exterior. Ese cóctel le hizo fracasar al Gobierno en su programa. Y todo empezó con Cornejo. La crisis golpeó como nunca a Macri, que en pocos meses se desprendió de los funcionarios en quienes había confiado más: Aranguren, Federico Sturzenegger (se fueron en junio) y Jorge Triaca (duró hasta noviembre). Con ellos el gobierno de Macri era una cosa. No se ha recuperado de esas pérdidas. Y todo empezó con Cornejo.

Soledades de Chapadmalal

Otra frase del documento vaticina nuevos choques con los aliados. Es cuando dice que “la discusión sobre las candidaturas nacionales, del binomio presidencial y legislativas, corresponde que se desarrolle —en el momento oportuno— atendiendo al fortalecimiento de la coalición y a evitar una regresión populista, en el marco de la Mesa Nacional de Cambiemos”. Este párrafo es un aporte del ala racional del radicalismo, que podría representar un Jesús Rodríguez, y adelanta un debate en el que se juega el destino del Partido del Ballotage. Nadie dice en serio entre los radicales que haya que salirse de Cambiemos, pero Mestre dinamita la sigla en Córdoba, porque ha puesto a todo el radicalismo detrás de su pelea con Negri y el Gobierno nacional. Mentar el debate sobre el “binomio presidencial” implica pedir pista en una conversación que está abierta en el Gobierno. Transcurre en sede de contrafrente, alejada de la mirada pública. Por ejemplo, en la residencia de Chapadmalal, adonde estuvieron juntos, y casi a solas, salvo la compañía familiar, Horacio Rodríguez Larreta y Federico Pinedo. Pasaron el fin de semana de Carnaval sin que nadie escuchase lo que hablaron. Pinedo ha oficializado su intención de competir por la reelección como senador por la Capital. Larreta, dueño del distrito, le ha dicho que no hay otro candidato. Cuando se suceden las repreguntas, Horacio admite que quiere que Diego Santilli repita como su vice en la capital, con lo cual lo baja de esa postulación a senador, que le permitiría al “Colorado” ser candidato para sucederlo a Larreta en 2023. Si sigue de vice le correrá la inhibición a ser reelecto en el mandato siguiente. Lo han convencido de que su futuro será más seguro, aunque en cámara lenta, si se mantiene en la ciudad. En esas conversaciones junto al mar, el nombre de Lousteau no se pronunció. Lousteau es otra muestra de la fuerza del factor humano, y su lugar en un rincón de la estrategia de los radicales, explica que haya sido castigado en las últimas semanas por el oficialismo. Marcos Peña mandó a decir que, si él no se hubiera ido de vacaciones, Martín no hubiera subido al viaje presidencial a la India. Del vértice del poder salió la atribución a otro díscolo, Emilio Monzó, de ser el responsable de haberlo llevado de viaje. El presidente de los diputados, que también estuvo en ese viaje, se comió ese sapo porque en realidad invitó a todos los jefes de los bloques. Sólo aceptó Lousteau, y hay notas de disculpas de Graciela Camaño —por atender una situación familiar— y de Agustín Rossi — por atención a internas santafesinas—. Si hubiera querido dar pelea, Monzó habría podido echar mano de mensajes cruzados con Olivos, que avalaron esa invitación.

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