Salud

¿Solución o problema?La reconversión de cigarrillo: del viejo pucho al vapor edulcorado

En un día destemplado, en un hotel de Washington médicos, científicos, profesores universitarios y abogados se reúnen en un summit. Se enfrentan a una epidemia y buscan respuestas. Ante ellos gira un dato insoslayable: mil millones de personas fuman en todo el mundo, y mil millones de personas seguirán fumando para el 2025, según la OMS. Y aquí el enigma: ¿qué hacer?

El escenario que se despliega es tan complejo como un caleidoscopio. Ya no se habla solo del fumador común y su cigarrillo ardiente. Hay más. Las alternativas para aplacar la adicción a la nicotina hoy son tan amplias que marean. Son los llamados «productos alternativos de riesgo reducido», algo así como dispositivos que»hacen mal, pero no tanto» o «mucho menos». Existen vaporizadores, inhaladores, bolsitas de tabaco que liberan nicotina, calentadores de tabaco y otras invenciones, según informó Clarín.

Y si bien, en principio, el desarrollo de estas alternativas tiene como propósito ayudar al fumador a dejar eventualmente de fumar o cambiarse a algo «menos nocivo» que un cigarrillo convencional, a esta altura del partido ciertas opciones generaron más caos que control.

Pero empecemos por el principio.

«Fumar es perjudicial para la salud». Claramente esa es por ahora la única certeza que une a todas las partes involucradas: científicos, empresas, fumadores… 

Desde años, las tabacaleras abrazan la frase como un mantra. Otras firmas han ido más allá. El gigante Philip Morris International encaró una reconversión total de su imagen con himno propio: «Si usted no fuma, no empiece. Si usted fuma, deje de fumar. Si no deja de fumar, cambie»

El e-cigarette

El ya célebre cigarrillo electrónico o e-cigarette es una de esas alternativas creadas para sacar al fumador de las garras del cigarrillo tradicional.

La principal causa del daño producido por los cigarrillos procede de la combustión del tabaco. El peligro no está solo en la nicotina en sí, que produce adicción e incremento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca. El gran depredador es la combustión y el humo lleno de partículas tóxicas.

Lograr un «cigarrillo» sin incinerar hojas de tabaco derivó en una serie de diferentes productos abrazados a la tecnología, entre ellos el e-cigarette.

El cigarrillo electrónico es lo que se llama un producto sin tabaco. Es una unidad que vaporiza una solución de nicotina líquida. Las sustancias tóxicas emitidos por los e-cigarettes «serían menores» que en el caso del cigarrillo común. En el congreso sobre e-cigarette en Washington parecía haber acuerdo en este sentido. Pero también había consenso en que no se sabe exactamente cuáles son sus riesgos.

«No sabemos cuáles son los efectos en el largo plazo del ‘vaping’ (o vaporeo). Existe el consenso de que ‘vapear’ es probablemente menos dañino que fumar, pero no sabemos cuánto menos dañino», explicaron.

Los chicos

Pero hay otro problema: esta alternativa terminó en manos de los chicos. Adolescentes de 16 años «vapean». Y cada vez son más, al punto que en Estados Unidos se lo declaró una «epidemia».

Jerome Adams, US Surgeon General o ministro de Salud de EE.UU., advertía ya en diciembre sobre el incremento descomunal del cigarrillo electrónico entre los jóvenes. «Tanto así, que hoy oficialmente declaro el uso del e-cigarette entre los jóvenes como una epidemia en los Estados Unidos», anunciaba meses atrás.

El número de chicos que en Estados Unidos usan cigarrillos electrónicos aumentó en un millón y medio el año pasado. Vale decir que en 2018, 3,6 millones de estudiantes de escuelas secundarias y universidades vaporearon.

«Existe aún una preocupación más grande sobre el rápido aumento del consumo de ‘vaping’ por parte de adolescentes, en parte alimentada por la evidencia de que un joven que prueba un e-cigarette es más probable que después fume», advirtieron en Washington

Esta es entonces la nueva pesadilla. Por varios motivos. Uno, porque no se sabe en el largo plazo qué pasa con ese vapor que se aspira.

Dos, según cifras presentadas en el summit de Washington, el 30% de los jóvenes en Estados Unidos también usa marihuana en los e-cigarettes. O cualquier otro tipo de líquido que nadie sabe qué es. Líquidos traídos desde el extranjero o de fabricación casera sin ningún tipo de control o etiqueta que indique de qué está compuesto. Un 40% de los jóvenes admite que lo usa porque sus amigos lo usan. Y poco más del 30% lo usa por los sabores. Sí: sabores dulces. Vapor con gusto a fruta, a postre, a caramelo… muy pocos eligen el gusto al tabaco.

Tres. La puerta para que estos chicos salten del cigarrillo electrónico al cigarrillo convencional ahora quedó totalmente abierta.

En la industria admiten que la situación está fuera de control. No hay regulación para estos productos. En todo caso hay prohibiciones, como el caso de Australia, donde por ley la nicotina es «veneno». Poseer nicotina líquida es un delito. Consumirla se paga con dos años de prisión, explica Colin Mendelshon, profesor de la Universidad de New South Wales, en Sídney.

Esta restricción tan severa abrió una oportunidad al mercado clandestino sin ningún tipo de regulación.

El caso de Juul

Uno de los productos de cigarrillos electrónicos que hizo eclosión entre los chicos en Estados Unidos es «Juul». Un e-cigarette que aterrizó en el mercado en 2015, apostando fuerte a las redes sociales, con una campaña publicitaria que mostraba a jóvenes modelos con un gráfica dulce y colorida.

El e-cigarette de Juul tiene forma de pendrive, algo así como una memoria USB. Se carga con pequeñas cápsulas con extracto de nicotina y viene en diferentes colores: algo tan seductor en su aspecto minimalista que los chicos «sencillamente tienen que tenerlo». 

Una de las cosas que se reveló en Washington fue que los jóvenes que eligen Juul no lo hacen por el placer de fumar, más de la mitad admite que lo tiene por la marca, como quien desea tener un Iphone Pero si es solo una moda pasajera, también es altamente peligrosa. Lo que empieza a los 16 años como un juego adolescente puede terminar en adicción.

​La condena y presión sobre Juul cayó como una guillotina. Y ahora la empresa, valorada en 38.000 millones de dólares, debió cambiar su imagen publicitaria por la de una mujer adulta, fumadora durante 30 años, que «elige el dispositivo como una mejor opción al cigarrillo común».

La empresa debió virar en su estrategia de marketing, con una campaña televisiva multimillonaria, catalogándose ahora como una firma que ayuda a los adultos a dejar de fumar.

En Estados Unidos, los cigarrillos electrónicos son técnicamente ilegales. Pero la FDA (la Food and Drug Administration) abrió una ventana hasta 2022 para que las empresas presenten un producto convincente que pueda ser comercializado legalmente y reglamentado en el país. Hasta entonces, los e-cigarettesabundan.

Un dato puede ayudar a redondear el cuadro: la industria del «vaporeo» genera US$ 24.457.512.300 para la economía de Estados Unidos, revelaron en Washington. Y la cifra crecería a más del doble en 2025.

El fumador que no quiere dejar de fumar

Hasta ahora los problemas expuestos en el summit de Washington son dos: uno, la necesidad de regular estos productos, en especial establecer la mayoría de edad (21 años) para quien los use. Y dos, la falta de datos sobre los daños que estos productos producen en el cuerpo a largo plazo.

El tercer problema es el adulto que no quiere dejar de fumar el cigarrillo convencional. O que después de dejar de fumar, rápidamente regresa al vicio.

En Washington, casi a coro se acordó que el objetivo es y será lograr que las personas dejen de fumar, lo que llaman «cessation». Pero si a pesar de las advertencias que la industria está obligada a difundir y que los médicos expresan, estas personas siguen fumando, entonces el objetivo pasa a ser «cambiar» (switch) hacia un dispositivo menos nocivo.

IQOS

La FDA acaba de darle el visto bueno a un producto que se aleja de la polémica del cigarrillo electrónico y se acerca más en «aspecto» a un cigarrillo común, pero «un 95% menos nocivo».

Se trata de un «sistema de tabaco calentado electrónicamente» con el nombre comercial de IQOS, propiedad y desarrollo de Philip Morris.

Para la FDA, IQOS es «apropiado para la protección de la salud» y lo autorizó para la venta en Estados Unidos. 

La decisión de la FDA era esperada en el sector con ansiedades varias. Esta agencia suele ser un faro para el resto de las entidades regulatorias en el mundo, que la usan como referencia a la hora de tomar sus propias decisiones. 

Para PMI, la decisión de la FDA fue «un hito histórico». Y aclaran rápidamente que el producto está enfocado «hacia la audiencia correcta», es decir los adultos.

«Globalmente, el promedio de los usuarios de IQOS tiene entre 30 y 49 años», explican.

Qué es

A diferencia de los cigarrillos comunes, el sistema IQOS calienta (pero no quema) el tabaco a una temperatura estable por debajo de los 350 grados. Un cigarrillo común combustiona tabaco a partir de los 600 grados.

Es un sistema que consta de un cargador del tamaño de un celular pequeño, donde se inserta una «pipeta» que calienta el tabaco (holder). Se usa un tabaco especialmente procesado que se «empaca» en un cigarrillo un poco más grande que una colilla (unidad de tabaco o heet).

El dispositivo no usa nicotina líquida, no es un cigarrillo electrónico, no libera humo ni deja ceniza. Libera un vapor que contiene nicotina. Según cifras de la empresa, el IQOS está disponible en 44 países, y la compañía lleva invertidos allí más de 4.500 millones de dólares.

No es un producto libre de riesgo y está pensado sólo para fumadores que siguen fumando. ¿Qué efectos tiene en el largo plazo? Los datos epidemiológicos aún no están. Se necesita más tiempo. 

En Argentina, ya se avisó que el IQOS no podrá ser comercializado. Y los cigarrillos electrónicos están prohibidos.

Los médicos

La profesora y médica Nancy Rigotti, de la Facultad de Medicina de Harvard, y directora del centro de Tratamiento e Investigación sobre Tabaco del Hospital General de Massachusetts, expuso en el foro de Washington un último dilema. Los pacientes llegan al consultorio con preguntas sobre todas estas opciones y los médicos no saben qué contestar.

Para Rigotti, los médicos «no están informados».

La fuente de información de los profesionales de la Salud, suele ser los medios de comunicación. Además hay poca evidencia de la seguridad a largo plazo de estos dispositivos. Por lo tanto, es difícil encontrar lineamientos o consejos sin evidencia. Algunos aconsejarán seguir probando con los viejos parches de nicotina. Otros sugerirán cambiar por dispositivos de riesgo reducido. Eso sí, todos coinciden: si puede, no fume más.

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