Opinión

AnálisisLa pelea ideológica secreta que se juega en Cambiemos

Por Laura Di Marco

La foto que el jueves por la noche mostró a los popes radicales comiendo bife de lomo, en Olivos, junto a un Macri distendido es el final (provisorio) de una trama secreta que arrancó, días atrás, en el despacho de Nicolás Dujovne , en plena escalada del dólar. Entonces, el ministro de Hacienda amagó con congelar la rebaja de las retenciones a la soja para capear el temporal. Los radicales -que tienen un think tankeconómico paralelo y que planeaban debatir el modelo económico- bancaron la movida. Pero el cuento llegó a oídos de otro ministro, Luis Etchevehere, hombre muy ligado al campo, y terminó generando un escándalo cuando la versión salió a la luz. Macri fue el árbitro definitivo, que se mantuvo apegado al esquema pactado desde el inicio de su gobierno.

En el medio del desaguisado, Lilita Carrió deslizó un exabrupto que lo complicó todo: «Yo a los radicales los mando desde afuera», chicaneó. Disfuncionalidad emocional y diferencias ideológicas se mezclaron dentro de Cambiemos , en el momento económico más difícil. «Pero el problema con Lilita no es solo una anécdota. También hay diferencias ideológicas sobre quiénes harán los mayores sacrificios para pagar el costo del ajuste», confesaba un jefe radical el día anterior a la fumata blanca en Olivos. Sin embargo, al día siguiente todo había cambiado: los radicales aparecieron respaldando al Presidente en una salida más ortodoxa y convalidando un nuevo acuerdo federal mediante la transferencia de empresas y servicios a las provincias, con sus respectivos subsidios: digamos que otro modo de compartir el ajuste. En contrapartida, Macri aceptaría debatir con una mesa política unificada de la UCR que incluiría a los gobernadores -tal como venía proponiendo Mario Negri- e incorporaría a sus socios en las negociaciones con el PJ.

Pero, ¿qué sucedió, en las horas previas, para que los radicales se guardaran sus propuestas económicas más heterodoxas? Uno de los comensales que participó del mitin gastronómico presidencial ofrece algunas pistas.

«Para construir un modelo de desarrollo, debería ser justo evaluar un reparto equitativo de la torta. Este es un debate que a muchos nos apasiona, pero que hemos decidido postergar en la reunión con el Presidente. Macri prefiere no modificar las reglas del juego y, en sus palabras, busca mostrar la cara de un Estado serio. Nosotros los vamos a acompañar respaldando la propuesta de construir un nuevo federalismo», sintetizó el radical.

La UCR se nutre de un think tank económico informal que incluye a Pablo Gerchunoff, José Luis Machinea, Oscar Cetrángolo, Ricardo Carciofi, Alfonso Prat-Gay, Martín Lousteau y algunos otros más que prefieren el bajo perfil. Tomando en cuenta estas fuentes de inspiración, no es extraño que les guste lo que Dante Sica representa, como uno de los promotores del crecimiento vía el aumento de las exportaciones y la expansión de las pymes: «Entre (Pancho) Cabrera y Sica, hay una distancia como de aquí a Kurdistán», elogian.

Soja y petróleo son los dos ejes de aquel debate congelado, aunque no sepultado. «Aún no estamos maduros para discutir esto en conjunto. Íbamos a plantearlo, pero resolvimos que no era inteligente meternos con el modelo económico, en este momento tan difícil». Aun así, la rediscusión de las retenciones a la soja y el valor del gas en boca de pozo -el corazón de las tarifas, pactado por Aranguren- sigue siendo una batalla ideológica adentro de Cambiemos. La UCR argumenta que la rebaja gradual de las retenciones y las condiciones de explotación de la industria petrolera se acordaron con un dólar bajo, pero la devaluación cambió dramáticamente las reglas del juego al generar una rentabilidad extraordinaria para ambos sectores.

Gerchunoff, que es historiador económico, acerca un argumento interesante: no hay registro de un modelo económico que combine ambos beneficios juntos para el sector exportador: dólar alto y reducción de retenciones. ¿No suena todo muy kirchnerista lo de los radicales? No, responden en la intimidad: «Los K querían poner retenciones con un dólar bajo y la discusión con ellos no era retenciones sí o no, sino en qué nivel las poníamos».

El debate deja ver que hay varios caminos para cumplir con el Fondo, no solo el ortodoxo, pero ninguno es sencillo de aplicar. Dice Gerchunoff: «Bajar el gasto público estructural de la Argentina es tan complejo que implica, en la práctica, una reforma del Estado. Apelar a las retenciones para cumplir con el FMI, en cambio, podría ser una herramienta temporal». El cálculo que hacen en los cenáculos radicales revela que el monto total de lo que podría recaudarse por esa vía es igual a lo que la Argentina necesita ahorrar: entre 200 y 300 mil millones de pesos.

Claro que los motivos de la prudencia radical no son tan altruistas. En el corazón productivo de la pampa húmeda habitan tres potenciales candidatos a gobernador del propio palo: Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe. El campo no solo es aliado del Presidente, sino también de ellos.

El diseño de Cambiemos también había quedado herido hace dos semanas atrás por la torpeza o la ingenuidad de las principales espadas macristas, quienes pretendieron reunirse, en secreto, con Sergio Massa, Miguel Pichetto y los gobernadores peronistas para avanzar en las negociaciones por el presupuesto. Cuando Cornejo se enteró por los diarios, estalló de furia.

«Con la edad que tenemos, uno ya no puede enojarse porque no te invitaron al cumpleaños. Lo que acá fue afectado es más profundo: es la confianza», se despachó uno de los jefes radicales, cuando el Presidente lo llamó personalmente para suavizar el enojo de sus socios y disculparse por haberlos ignorado. Como sucede en las parejas: les juró que no iba a volver a suceder. Pero no es solo la cuestión económica. El debate por el aborto, que Pro lanzó sin consultar a la UCR, abrió una grieta en los bloques parlamentarios que aún resulta difícil de suturar. «¿En qué momento consultaron con nosotros lanzar un debate tan delicado? ¿Y si se quiebran los bloques por eso?», interpeló, sobreactuando el dramatismo, un histórico líder parlamentario radical a uno de los hombres del Presidente.

Entre el lomo y el malbec, el fantasma de Lilita sobrevoló durante toda la cena, en la casa de huéspedes de la quinta presidencial (suerte de petit hotel, remodelado por Juliana, donde durante algunos años vivió Florencia Kirchner). Una sonora ausencia que la propia Carrió se encargó de resaltar vía Twitter, donde publicó una foto solitaria, comiendo un bife de chorizo, en la que, sugestivamente, arrobó a Mario Negri y Marcos Peña.

Hay más batallas ideológicas secretas en el seno del poder. La última semana, la gobernadora María Eugenia Vidal, que a principios de junio visitó al Papa durante más de una hora, se dejó fotografiar junto a un militante provida con un pañuelo celeste. No hay fotos casuales. Versiones vidalistas aseguran que ese pequeño gesto encierra una sutil diferencia con la Casa Rosada, por aquello de que la verdad siempre se esconde en los detalles.

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