Parodiando a la pensadora que dijo “Lo peor que tiene el escándalo es que uno se acostumbra”, muchos argentinos retozan en el atraso y el desorden… muy orgullosos de su excitante país. Y así vamos…
Advertencia: no trataré de resolver el Teorema de Fermi. Es demasiado para mí. Pero sí probar que, para desconsuelo de las buenas almas que dicen «la Argentina es un país muy excitante. ¡Qué plomazo
sería vivir en Suiza! Allí todo el mundo se suicida de aburrimiento», esa convicción es un disparate.
Y no acotan ese rebuzno a Suiza. Le ponen el mismo sayo a Suecia, Holanda, Noruega, Dinamarca…
Lamento decirles que, desde largos años a esta parte –décadas, para que no me acusen de… ya saben qué– informarse acerca de la más pura y dura actualidad es quedar al borde de la catalepsia. Inermes, y con un bostezo dibujado en la boca.
Pruebas al canto. Temas. Inflación. Dólar. Déficit fiscal. Huelga docente. Araceli. Araceli. Araceli. Muerto/a en fiesta electrónica. Corrupción. Corrupción. Corrupción. Culpables sin cárcel. Culpables libres y reincidentes. Jueces lerdos como carretas. Drogas. Drogas. Drogas. Protocolos que no se cumplen. Peligro nocturno. Entraderas. Salideras. Motochorros. Violaciones día por medio. Piquetes. Piquetes. Más piquetes: hasta media docena por día. Incógnita para el ciudadano que paga impuestos y respeta las leyes: «¿Por dónde podré pasar hoy? ¿No me romperán el auto?». Incógnita para el ciudadano de a pie: «Si llego tarde pierdo el presentismo». En los dos casos, miedo…
Y mientras así transcurre nuestra vida cotidiana, las escuelas siguen sin abrir, el sistema educativo atrasa medio siglo, el sistema ferroviario de pasajeros un siglo, los vuelos se demoran y/o se cancelan. Algunas rutas parecen bombardeadas: más que camiones deberían circular tanques de guerra. Etcétera…
Al mismo tiempo, en los países «aburridos» el tren bala ya es antiguo: ensayan uno que marcha sobre el aire. Todo vehículo de transporte por aire, mar y tierra llega a horario. No al minuto, ¡al segundo! Países con aeropuertos asombrosos… construyen otros aún más asombrosos. Tienen inflación cero. Sueldos que permiten autos de última generación, vacaciones en cualquier paraíso terrenal, largas licencias por maternidad y paternidad, sistemas de seguridad social que protegen desde la cuna hasta la tumba, corrupción cero (o casi: el mal ejemplo abrió algunas puertas en esos países…).
Sigue el inventario del aburrimiento… Autos no contaminantes. Energía limpia. Avances médicos (y científicos en general) que alargan la vida y amplían el conocimiento. Puentes colosales. Y se suman a esa panoplia países que fueron el furgón de cola del planeta: China y su mínimo plato de arroz per cápita, Vietnam y sus devastadoras guerras, Malasia, Singapur…
Y en todos ellos, la otra y mejor cara de la moneda: ciudadanos contribuyentes que pagan altos impuestos porque saben que su producto recaerá sobre ellos… en vez de convertirse en mansiones, yates y viajes dignos de jeques para políticos y funcionarios corruptos.
Para ponerlo claro: lo que aquí llamamos «excitante» (y hasta «divertido»), es el caos, la criminalidad («inseguridad» es una palabra demasiado tenue…), el desorden perpetuo, el sobresalto, el futuro en nebulosa.
Y lo que allá juzgamos «aburrido», no es otra cosa que la vida humana normal, sujeta a leyes y respetuosa de ellas, orden de todo orden (no es un error de sintaxis…), sistemas de educación superlativos, cárceles modelo, ciudadanos que no escupen en el suelo ni tiran basura fuera de los lugares destinados para ello, noches seguras… ¡y fútbol con locales y visitantes juntos!
Es cierto: ¡que aburridos son la paz y el progreso!
Es mejor joderse aquí.
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