Opinión

Análisis La crisis en Bolivia detonó la transición argentina

Por Joaquín Morales Solá

 
  • Se ve en todo el debate sobre la situación de Bolivia que se desplegó en los últimos días demasiada ideología. En el arco político que va del peronismo a la izquierda, se considera que es un golpe de Estado. Y del centro hacia el Pro, el radicalismo y la Coalición Cívica, aceptan que hubo una interrupción constitucional.
  • ¿Cuál es la diferencia? Hubo un golpe de Estado, técnicamente. Pero no hubo un golpe de Estado en la tradición a la que estamos acostumbrados a ver en América latina. Esto es: tanques y soldados en la calle, fusiles y un soldado que se hace cargo del gobierno. Esto es lo que pasaba en los años 70 y felizmente fue desapareciendo en los 80.
  • No fue este caso como en los 70, pero sí hubo un General que le pidió la renuncia al presidente. Pero el problema acá es que ningún grupo está dispuesto a evaluar la situación boliviana, en general. Evo Morales ha sido un gran presidente en materia económica, Bolivia tiene una estructura económica hoy como no la tuvo en su historia, gracias a la gestión de Morales. Se habla de «desaceleración de la economía» este año porque va a crecer al 3,9%. Ningún país de América latina está creciendo así.
  • Pero esto no le da derecho a Evo Morales a quedarse para siempre en el poder y a modificar la Constitución, después a violarla, a convocar a un plebiscito y perderlo, y hacer valer por el Tribunal Constitucional lo que había perdido en el plebiscito.
  • Lamentablemente se llegó a una situación que hace retroceder a Bolivia a su época de inestabilidad; este país vivió varias décadas en las que solamente tenía estabilidad algún gobierno militar; los gobiernos civiles duraban muy poco.
  • En relación a este tema, la política argentina no puede encontrar un punto de equilibrio. Hubo una malversación de los valores democráticos y de las instituciones de Bolivia, y, no es aceptable que un General le pida la renuncia a un presidente elegido democráticamente. Estas dos cosas deberían ser motivo de consenso.
  • Pero está todo muy ideologizado. Tan así, que no se habla de Chile. En Chile hay un clima destituyente. No hay un General que le pide la renuncia al presidente Sebastián Piñera, pero el vandalismo que se ve en Santiago tiene como «slogan» la renuncia de Piñera. Nadie habla de que se intenta destituir a Piñera. Porque Piñera es de la centroderecha; no pertenece al club ideológico.
  • Alberto Fernández salió inmediatamente a denunciar el golpe. El presidente electo de Argentina tiene una relación personal con Evo Morales, de hecho, estuvo almorzando con él hace un mes. Debe haber algo de solidaridad humana de Fernández para con Morales.
  • También, Alberto Fernández se ha colocado en una especie de liderazgo latinoamericano (de izquierda), en un momento en el que están cayendo los últimos líderes que quedaban de la izquierda latinoamericana (salvo Venezuela; Alberto Fernández nunca se va a abrazar a Maduro).
  • Fernández tiene que tener algún eje de objetividad que le está faltando. Donde sí tiene razón es en su postura sobre la nueva presidenta Jeanine Áñez. Porque la Asamblea Legislativa no se reunió, no le aceptó la renuncia a Evo Morales (paso previo para designar a un nuevo presidente), y después tendrían que designarla a ella. Luego apareció la vicepresidenta primera del Senado (del partido de Evo Morales), que dice que le corresponde asumir a ella. Esto lo tiene que resolver la Asamblea Legislativa, por eso el gobierno argentino tampoco la reconoce.
  • Todas estas cosas se podrían conversar entre el gobierno actual y el que viene. Parecería que hay falta de diálogo. A partir del hecho de Bolivia, Alberto Fernández se comprometió tanto con ese tema que se rompió el diálogo inclusive para la transición argentina en general. Nadie está hablando.
  • Estamos en una situación como si fuese a asumir un nuevo gobierno en Suiza. No estamos en Suiza. Tenemos muchos problemas económicos, sociales, políticos que resolver, y no hay un diálogo para la transición. Ni siquiera se conversa la situación de Bolivia. Nos acercamos al cambio de gobierno sin ningún diálogo ni ningún clima de pacificación interna, porque todas estas convulsiones (Bolivia, Chile) están demasiado cercanas.

Fuente La Nacion 

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