Opinión

AnálisisLa arquitecta egipcia

Por Carlos Saravia Day

Siempre se consideró a Cleopatra reina del Nilo como el último eslabón de la dinastía de los Ptolomeos, pero fue devuelta a este mundo de las tinieblas, a este que con luces y sombras hoy nos toca habitar, convertida en arquitecta egipcia, tal cual se autopercibe la vicepresidenta.

Con su pensamiento de faraón, que mira el hormiguero de trabajadores afanados en construir su pirámide.

Sin evolución más allá de sí misma, sin mañana. El gobernante que intenta taponar el curso de la historia no puede hacerlo y es arrastrado y hace pensar en una presidenta perfecta. Pero la historia que es tiempo y rio siempre lo desborda y cuando se acerca su fin, no tiene más remedio que pensar perentoriamente en su sucesión.

Cuando Maquiavelo en el renacimiento encuentra en la antinomia monarquía vs república no hace más que poner al descubierto lo que históricamente fue el principio de legitimidad monárquico fundado en la ley de la heredad cuando el preboste anunciaba al pueblo de Francia “El rey ha muerto, viva el rey”. Con este mecanismo sucesorio los capetos aseguraban la sucesión.

Después de la revolución francesa la corona se trasladó al pueblo anónimo, la soberanía había cambiado de agente, ya no era la testa coronada, sino la multitud de cabezas anónimas.

El primer principio de legitimidad monárquico lleva a la autocracia o al nepotismo, en tanto el principio de legitimidad republicana uniformado por la elección periódica asegura la renovación pacifica de los gobiernos.

Tanto el rey como el papa son vitalicios.

Anverso y reverso de la misma moneda el “poder”. Monarquía y república.

Esta es la histórica lucha de la humanidad en su rasgo más saliente, es la lucha por la periodicidad en el ejercicio del mando y que habilita la renovación pacifica de los gobernantes.

Ya Lord Acton, un inglés desconfiado, acuñó la frase: “el poder corrompe y cuando es absoluto corrompe absolutamente”. Los mismos ingleses limitaron el poder absoluto cuando definen su forma de gobierno: “el rey reina, pero no gobierna”. Su poder es más bien protocolar y se parece más a un jarrón chino. En tanto en países presidencialistas como el nuestro, con partidos políticos débiles y fuertemente personalizados el partido peronista no acierta en dar la mano con la herida.

Ya fracasó con la manera de ejercer el poder detrás del trono y gobernar al dictado. Hoy insinúa el método de elección digital doble: el dedo índice para elegir y la bajada del pulgar para vetar.

Ayer San Juan y Formosa, el oficialismo busca eternizarse en el poder a través del manto piadoso y fraterno del hermano para cubrir el contrabando de la mercadería, en tanto el impúdico gobernador de Formosa pretende ejercer el poder vitalicio después de hacerlo durante 30 años continuados.

Entretanto el hormiguero pateado espera la “orden” desde el punto más alto de la pirámide egipcia que como los viejos oráculos no responde y si lo hace, lo hace de forma equivoca.

 

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