Miguel Angel Russo optó por una formación titular conformada por habituales suplentes, aunque en el segundo tiempo dispuso los ingresos de Carlos Tevez, Eduardo Salvio, Nicolás Capaldo y Erwin Cardona con el objetivo de conseguir los tres puntos. Se le escapó sobre el final.
El gol de Pons fue un premio al trabajo de hormiga que habían hecho los dirigidos por Sergio Rondina. En desventaja en el marcador y en la jerarquía individual, Arsenal dispuso de varias ocasiones para igualar el partido. En algunas, definió mal. En otras, se encontró con las manos o el cuerpo de Agustín Rossi, arquero xeneize. Hasta que un tiro libre propició una jugada de laboratorio, ejecutada a la perfección. Jesús Soraire pinchó de zurda la pelota, que viajó hacia el área de Boca. Allí la impactó Lucas Albertengo. El balón fue a los dominio de Rossi, pero Pons fue más rápido y alcanzó a definir. Era tan justo como meritorio.
El primer tiempo había mostrado a un Boca más protagonista, aunque con signos de cansancio en algunos futbolistas. Le costó encontrar circuitos de juego y, por más que Russo le pidió varias veces a Franco Soldano que no retrocediera, el centrodelantero (esta vez sí, jugó de 9) bajó para tomar contacto con la pelota, que no le llegaba. Con todo, Boca tuvo el gol y algunas otras jugadas en las que demostró su poderío. La ventaja, en rigor, sería insuficiente para quedarse con los tres puntos.
A la media hora de juego, un tiro libre en la puerta del área le dio la chance al equipo xeneize de ponerse en ventaja. Agustín Obando tomó la pelota y la responsabilidad del remate. En la barrera hubo filtraciones y la pelota le quedó a un goleador impensado: Diego González. El Pulpo ni lo pensó: armó un remate cruzado que se incrustó en el arco de los del Viaducto.
Al instante, el Pulpo sonrió. Felicidad. Abrazo con los compañeros. Segundos más tarde, al ex Lanús y Racing se le cruzó por la cabeza la película de los últimos 14 meses. Las lesiones y la obligación de tener que ver los partidos desde afuera. Volver a empezar y rezar para que el cuerpo le responda. Volver a sentirse futbolista.
La emoción del Pulpo González luego de convertir su gol, a la media hora de juego del partido con Arsenal por la Copa Diego Armando Maradona.La emoción del Pulpo González luego de convertir su gol, a la media hora de juego del partido con Arsenal por la Copa Diego Armando Maradona. Crédito: Nahuel Ventura/Pool Argra
«Pensé en mi familia. En mis compañeros. Venía de una lesión complicada. Mucho tiempo. Mucho año sin jugar. Al convertir se me vinieron todas esas sensaciones y no pude controlarme. Soy de poco llorar, pero hacer un gol es lo más lindo. Y no suelo convertir muy seguido. Estoy un poco triste porque no le pudimos dar una alegría a la gente de Boca en su día», dijo González luego del partido en declaraciones a TNT Sports. El Pulpo agregó: «Volví a sentirme jugador».
En octubre de 2019, el Pulpo fue operado de una rotura de ligamentos cruzados en la rodilla izquierda. Luego, la pandemia retrasó todos los plazos. Regresó a los entrenamientos en la Academia por detrás de sus compañeros y, cuando pudo, buscó una salida. Cuando parecía que tenía todo acordado para regresar a Lanús, su casa, firmó en Boca y fue presentado una noche de octubre pasado.
El Pulpo se agachó y no pudo contener las lágrimas. Ese remate de primera fue mucho más que un gol para el futbolista de 32 años formado en Lanús. Fue un desahogo. Fueron meses de angustia contenida. Lo celebró todo Boca, porque además implicó ponerse en ventaja en el primer partido de la Zona Campeonato del torneo. Su primer festejo con esta camiseta, también.
El resultado le deja un mejor sabor a los de Sarandí, que se van de la Bombonera con un empate conseguido sobre el último suspiro. Pero, además, porque mostró sus armas y consiguió revertir el trámite del encuentro en el segundo tiempo. Aun cuando Boca sacó sus cartas del banco de suplentes, Arsenal no cambió el libreto. Mantuvo la paciencia y confió en el guion que tenía preparado. El gol del final premió esa búsqueda.
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