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Gracias a las clases de Educación Sexual descubrió que un cura abusaba de él

En esas clases un joven se dio cuenta de que eso que el cura llamaba “juegos” era en realidad abuso sexual.

La educación sexual tuvo un rol fundamental en el caso que terminó con el sacerdote salteño Nicolás Parma detenido en el sur del país. Porque gracias a esas clases, una de sus víctimas se dio cuenta de que eso que sacerdote llamaba “juego” era en realidad abuso sexual. “En 2011 y 2012 tuve Educación Sexual Integral en el Colegio María Auxiliadora y ahí empecé a descubrir que esto no estaba bien”, dijo Jonathan.

El testimonio, publicado por Cosecharoja.org también señala que apenas supo Jonathan lo que realmente pasaba, le contó la situación a Agustín Rosa. Jonathan no sabía en ese momento, que Rosa también terminaría acusado por el mismo motivo.

La denuncia de Jonathan se concretó solamente ante la Iglesia. Fue otro joven, llamado Yair, el que presentó la denuncia ante la justicia y por eso Parma está preso desde el 6 de octubre.

Modus operandi

El joven convivía con el sacerdote en una casona solitaria del sur del país: Puerto Santa Cruz. Allí se sumaron cuatro adolescentes más. Además de rezar, se dedicaban a tareas domésticas: barrer cuartos, plumerear santos, cocinar.

Jonathan cree que fue uno de los primeros en ser atacados por el cura. Así narró el joven el incidente a Cosecha Roja: “Yo estaba preparando la cama de al lado para poder acostarme y él toca mi cola, me invita a sentarme a su lado. Gira y me apoya su miembro en la espalda por debajo de la frazada, así lo hizo durante unos 20 minutos. Como no accedía a acostarme en la misma cama me dejó de molestar y pude irme a mi pieza”.

Según denunció Jonathan, después del primer abuso, Parma fue cada vez más violento. Lo llevaba a rastras a su habitación y le abría aplicaciones en su Ipod para entretenerlo mientras lo obligaba a eyacular en su mano. Otras veces hacía que lo masturbe a él.

Incluso hubo actos que involucraron a varios chicos a la vez. Parma, según el testimonio, sometía a los jóvenes amenazándolos con echarlos de la congregación y decirles que iban a ser eternamente infelices y nunca nadie los iba a querer.

Cuando a Jonathan la periodista de Cosecha Roja le pregunta si él entendía que abusaba de él, el joven responde: “No, porque era un juego. Una clase de educación sexual integral fue lo que me salvó, porque en el tiempo que estuve ahí no se hablaba y la sociedad no estaba tan concientizada de lo que pasaba. En 2011 y 2012 tuve ESI en el Colegio María Auxiliadora y ahí empecé a descubrir que esto no estaba bien. Me acuerdo que Parma se opuso totalmente a la educación sexual, nos decía que era dañino, pero era porque ahí se le acababa el juego. Hoy yo digo que la ESI es fundamental porque te descubrís primero vos mismo, cosas de tu cuerpo que a esa edad no las sabés, y porque te enseñan que si te tocan nunca es para jugar”, dijo.

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