Opinión

Análisis Fernández, en la encrucijada de acordar con Macri sin desairar a Cristina

Por Daniel Bilotta

La ventaja obtenida por Alberto Fernández en las elecciones presidenciales no le deja el margen amplio que deseaba para negociar con Mauricio Macri la transición, con autonomía de Cristina Fernández de Kirchner. En los festejos por la victoria de la noche del domingo, la vicepresidenta electa incurrió en lo que ella misma se encargó de calificar de «atrevimiento». Pedirle al presidente en ejercicio «las medidas necesarias para alivianar la situación dramática que se está viviendo».

Dicho de otro modo: que Macri cargue con el peso de las medidas más antipáticas que sean necesarias para alivianar el costo de las que probablemente deba tomar el próximo gobierno. No pareció un desliz involuntario. Es probable que Cristina haya sentido la necesidad de sincerar en púbico lo que viene expresando en ámbitos más o menos reservados. Habrá una clara distinción entre el rol institucional para el que fue elegida y el liderazgo político que no parece dispuesta a ceder.

Tiene lógica: la provincia de Buenos Aires aportó al triunfo del Frente de Todos cinco millones sobre un total de 12,4. Casi cuatro millones de ellos provienen del conurbano. Un verdadero bastión electoral para Cristina. Y la base sobre la que pudo apalancar la candidatura de Axel Kicillof, con prescindencia de la opinión de los intendentes acerca del nuevo gobernador. Eso ayuda a comprender el estrellato del economista en los festejos. Y quizás también la llegada de Mercedes Marcó del Pont a la presidencia del Banco Central, que ocupó entre 2010 y 2013. Es de lo que se habló el domingo por la noche en el local de Fernández en la calle México. Marcó del Pont debió renunciar al cargo al no poder controlar la fuga de dólares pese a un duro cepo impuesto al mercado cambiario. Aquellos días son evocados por las nuevas restricciones: solo se podrán adquirir al mes 200 unidades de esa moneda.

Aunque, en apariencia, la meta pueda ser más constructiva: entregarle al gobierno entrante reservas por algo más de 10.000 millones de dólares. Cifra superior a la que Macri heredó de Cristina. Y un dato omitido por Kicillof en un largo discurso repleto de estadísticas para justificar el concepto de «tierra arrasada» que recibirá el kirchnerismo.

Último orador de la lista, Fernández puso en juego un delicado equilibrio. En simultáneo criticó y pidió colaboración al Gobierno. Recurso que podría signar los primeros días de gestión. Sintetizan bien la disyuntiva principal que debería enfrentar: cómo acordar con un Macri fortalecido en el Congreso sin desairar a Cristina. Es probable que haya embargado parte del crédito con su vicepresidenta si se confirma que Florencio Randazzo será su jefe de Gabinete.

Si fuese así, ubicaría en la Secretaría General a Santiago Cafiero, una forma de proteger a un joven colaborador con poca experiencia política en un gabinete que tendrá a Wado de Pedro como figura fuerte en el Ministerio del Interior. El desempeño del Frente de Todos en Santa Fe y Entre Ríos, provincias emblemáticas de la federalización del gobierno a la que aspira Fernández, le da a Cristina un argumento que no tenía hasta el domingo para sostener a De Pedro en ese lugar.

Si bien mantiene un diálogo fluido con todos los caciques provinciales, su nombre no había sido consensuado con ellos. Con el 58% de los votos en Tucumán, Juan Manzur surge fortalecido. Lo suficiente como para desentenderse de la llegada de Pablo Yeldlin al Ministerio de Salud, que su entorno atribuye a Ginés González García. Con su hermano Gabriel, el diputado por Tucumán es un antiguo protector de Manzur. Y tal vez por eso, sospechado de ser oculto difusor del misterioso sobrenombre recibido en aquellos días: Sopita.

Quitarle el respaldo a Yeldlin es una curiosa emancipación de esa familia. Pero sobre todo de la expresidenta. Molesto por el respaldo a José Alperovich, el gobernador le dijo a La Gaceta de Tucumán que «Cristina ya fue» la noche que se impuso en las PASO de 2017. Fernández estará esta mañana en la ceremonia de asunción del gobernador, uno de los principales respaldos que tuvo en la campaña.

No es descabellado que durante el almuerzo conversen del futuro gobierno, al que podría sumarse León Arslanian, defensor de Ricardo Echegaray en una causa conexa a la ruta del dinero K por la supuesta emisión de facturas truchas que habría consentido el extitular de la AFIP. Arslanian debería aceptar para eso desprenderse de la dirección nacional del Registro Automotor, que disputan La Cámpora y Jorge Landau. El histórico apoderado del PJ y hombre de consulta en temas judiciales de Cristina ya ocupó ese cargo en su gestión. Lo que vuelve más llamativa la supuesta dificultad para emitir el voto de alguien avezado en cuestiones legales, comentada con sarcasmo en la Justicia Electoral.

Landau se habría presentado a hacerlo con un documento de identidad desactualizado. La curiosidad es que en esa modalidad consiste la treta aplicada en localidades periféricas del conurbano para lograr que la misma persona vote en apariencias dos veces. Una de las maniobras detectadas en las PASO, según Juntos por el Cambio. Y conjurada el día 27 por el operativo de fiscalización diseñado en la provincia por Guillermo Dietrich. La intervención del ministro de Transporte de Macri es relevante.

Sobre todo por la mejora en cuatro puntos de María Eugenia Vidal con relación a las primarias. Un resultado que promete habilitar debates. Dietrich fue resistido por la mesa política de Vidal, refractaria a Joaquín de la Torre. El ministro de Gobierno bonaerense trabajó en la reformulación de la campaña de la gobernadora después del 11 de agosto. Con la necesidad de desprenderse de la suerte electoral de Sergio Massa, en 2015 De la Torre acudió al corte de boleta para ser reelegido intendente de San Miguel.

La misma táctica aplicada en las PASO por Jaime Méndez, su sucesor. Por intermedio de Méndez, De la Torre tiene diálogo con Macri. A excepción de Morón y Quilmes, donde Juntos por el Cambio perdió por seis y tres puntos, Vidal retuvo los distritos que había puesto en juego en las PASO. La municipalización de las elecciones fue vital para retener Bahía Blanca, Mar del Plata, La Plata, Lanús, Tres de Febrero, Junín y Tandil.

Vicente López fue el único que desechó ese procedimiento. Allí, el Presidente logró 27 puntos más que Fernández. En el orden local, Jorge Macri logró 36. La mayor ventaja sobre el kirchnerismo en la provincia. El intendente de Vicente López impulsa una reorganización de la mesa política de Vidal que incluya a Méndez y De la Torre.

Con el resultado del domingo, Juntos por el Cambio mejoraría la representación prevista si igualaba el de las PASO: 44 diputados sobre 92 y 24 de 46 senadores provinciales. Una cuota de poder nada desdeñable. Es previsible que la posibilidad de administrarla despierte pasiones hasta ahora adormecidas por el liderazgo de Vidal.

La foto de los dos presidentes ayer por la mañana debería contribuir a mantener cualquier estado emotivo bajo cierto juicio de racionalidad. Colaboraría en aquietar el ánimo de los mercados, integrados también por gente común inquieta por su destino, como parece corroborarlo un dato que circula en reserva: la capacidad desbordada de una embajada europea para responder a la solicitud de visas tramitadas los últimos meses.

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