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Las elecciones de noviembreEstados Unidos arde: racismo, protestas y violencia enturbian la campaña de Donald Trump

A protester stands near a burning garbage truck outside the Kenosha County Courthouse, late Monday, Aug. 24, 2020, in Kenosha, Wis. Protesters converged on the county courthouse during a second night of clashes after the police shooting of Jacob Blake a day earlier turned Kenosha into the nation’s latest flashpoint city in a summer of racial unrest. (AP Photo/David Goldman)

La furia estalló ahora en Kenosha, Wisconsin, donde un hombre negro, Jacob Blake, fue baleado por la espalda por dos policías blancos. Fuego, saqueos y más muertes.

La temporada primavera-verano del 2020 está siendo muy caliente en Estados Unidos y no precisamente por el cambio climático. Desde el 25 de mayo y hasta hoy, los disturbios raciales han conducido en numerosas ocasiones hasta el fuego y la destrucción, el saqueo y la violencia.

Esas escenas se registran en la recta final del mandato del presidente Donald Trump, que busca su reelección en noviembre. Esas imágenes recuerdan a las guerrillas urbanas de países dictatoriales más que a la potencia que alardea de ser el ariete de la democracia.

Esta semana se escribe un nuevo capítulo en Kenosha, ciudad de Wisconsin que ha entrado en el mapa de la brutalidad policial y en el atlas global a costa de Jacob Blake, un hombre negro de 29 años, baleado días atrás por la policía.

Pese al toque de queda, esta localidad sufrió el lunes, por segunda noche y madrugada consecutivas, graves incidentes con incendio de edificios y coches, enfrentamientos y gases lacrimógenos. Y en la madrugada del miércoles la violencia dejó dos muertos por disparos.

Las protestas se propagaron por otras ciudades, mientras Blake sobrevive de milagro en un hospital de Milwaukee. Recibió al menos siete impactos por la espalda, a quemarropa, al intentar entrar en su coche. Sus tres hijos –de ocho, cinco y tres años– presenciaron el tiroteo en el asiento trasero, a solo unos centímetros.

Los dos agentes implicados se hallan suspendidos cautelarmente, a la espera de la investigación. El video que grabó un vecino los delata. “El video no capta la complejidad de un asunto dinámico. Pedimos que no se hagan juicios hasta que se conozcan los hechos”, dijo la Asociación Profesional de Policía de Kenosha.

“¿Qué justifica todos esos disparos? Tiene siete agujeros en el cuerpo. ¿Qué justifica que hagan eso delante de mis nietos?”, se planteó el padre de la víctima, de nombre también Jacob, en declaraciones al Chicago Sun-times.

El padre explicó, además, que Blake está paralizado de la cintura para abajo. Este martes seguía en el quirófano. “Solo un milagro le permitirá volver a andar”, dijo el abogado Ben Crump.

Este rebrote del virus del racismo empezó en Minneapolis, con la muerte de George Floyd, en mayo, y se propagó por toda la geografía.

Una sucesión de graves incidentes se han producido en Nueva York, Washington, Los Ángeles, Seattle, Portland o Louisville, donde el caso previo de Breonna Taylor –murió en marzo por los disparos de los uniformados cuando estaba en casa– recobró fuerza después de que se propagara el suspiro final de Floyd y su “no puedo respirar”. Caso omiso. El policía blanco Derek Chauvin tuvo su rodilla nueve minutos presionando el cuello del detenido.

Según Trump y sus más fieles seguidores, parece que en Estados Unidos no existe el coronavirus –pese al récord de contagios (5,8 millones) y de muertos (178.000)–, ni desempleados ni conflicto racial.

Esto es lo que se deduce de las palabras del presidente y de los que intervienen en la convención republicana inaugurada el lunes. Una y otra vez, con la exageración habitual del lenguaje trumpista, se repite la amenaza de que si gana el demócrata Joe Biden, Estados Unidos caerá en manos de los radicales de izquierda, que sembrarán el caos y el horror.

El de hoy, sin embargo, no es el país de Biden, sino el que gobierna Trump, plagado de conflictos y con un repunte de la violencia armada. El día que tomó posesión, en enero del 2017, prometió acabar con “la masacre americana”, pero, en lugar de eso, sus Estados Unidos arden, como se observa en las calles de Kenosha.

A pesar del despliegue de la guardia nacional, negocios del barrio residencial del centro fueron consumidos por las llamas. Las columnas de humo se veían a kilómetros. Pese a la condena del vandalismo, las heridas de Blake duelen mucho más allá.

“A los negros no se nos reconoce como seres humanos”, afirmó David Crowley, ejecutivo del condado de Milwaukee, en la CNN. “El hecho de que no podamos caminar por el parque –añadió–, que no podamos hacer barbacoas en el parque, que no podamos observar pájaros y que no cese el acoso de otras personas o de las fuerzas de seguridad es algo que nos atemoriza”.

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