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MarplatenseEsta vez, será una mujer quien tome el desafío de cruzar el Canal de la Mancha sin traje de neoprene

Unido La marplatense Catalina Giaccaglia, para cruzar el Canal de la Mancha sin traje de neoprene. Es un cruce oficial, fiscalizado por el Channel Swimming Association, fundado en 1927, que observa y autentifica el cruce.

Giaccaglia, de 35 años, tiene unos días para aclimatarse, «relojear» esas aguas, que son bravas por el viento y el oleaje y que hoy están en los 16 grados, y entrenar. A partir del viernes 20 (y por una semana), el capitán del Louise Jane, el barco que la va a acompañar en este trayecto de 37 kilómetros entre Dover y Calais, elegirá el momento más oportuno, según las condiciones climáticas. A partir de ahí, le esperan entre 12 y 16 horas en el agua, con parte del trayecto de noche.

«Ya estoy en Folkestone, un pueblo inglés a orilla del mar que siempre aloja a los nadadores del Canal. Es un lindo lugar para entrenar», asegura Caty.

«Estuve estos dos años practicando en el mar, con mis entrenadores, y con mis compañeros de pileta, que también me ayudaron. Si bien siento presión, yo sé que hice el trabajo que tenía que hacer», comenta ante la pregunta sobre los nervios, la presión, y qué sucedería si no lo logra, algo que le pasó hace pocos días al también argentino Matías Ola. «Puede pasar que no se concrete, pero estoy tranquila. Se trata de confiar en lo que se hizo, en el camino que se recorrió», agrega, pero íntimamente, se tiene mucha, mucha fe.

Entre tantos desafíos que se propuso y que cumplió, nadó sin traje en las aguas de Malvinas. También realizó un trayecto de 8 horas en aguas abiertas, comenzando a las 5 de la mañana para tener la experiencia de nadar de noche y en las heladas aguas del Atlántico, en Mar del Plata, en invierno y sin traje de agua.

Arriba del barco, además de Claudio, su entrenador de aguas abiertas, estará su padre, Mariano Giaccaglia, un hombre de mar, con toda una vida en la playa, vigilando a los bañistas y haciendo rescates contra viento y marea, literal. También, en el barco, un observador que vigilará que se cumplan todas las condiciones para obtener la victoria: no usar traje, no parar (solamente para tomar agua), no usar patas de rana, no tocar el barco…

«El Canal de la Mancha tiene mucha correntada, vientos fuertes y tráfico marítimo que levanta un oleaje complicado para quien está en el agua. Y el factor de la temperatura del agua es importante, hoy a 16 grados, pero que con el correr de tiempo se vuelve más fría para el cuerpo y hay riesgo de hipotermia. Como no se sabe el horario que me va a tocar, hay una probabilidad de que haya una parte de noche. El sol ayuda…», explica enumerando desafíos.

Este mes, el Concejo Deliberante de General Pueyrredon le entregó la distinción al «mérito deportivo» a esta nadadora marplatense de aguas abiertas por ser la primera deportista local en cruzar el Canal.

¿Por qué?

Es la pregunta que muchos (casi todos) se hacen cuando escuchan el relato de una joven nadadora especializada en aguas frías sin traje de neoprene que tiene el sueño de realizar este cruce. Algo tan inexplicable como quienes suben al Everest. De hecho, esta carrera contra uno mismo se llama «el Everst de los nadadores».

Tiene el apoyo de la fundación No me olvides, que tiene como misión el recuerdo de cada uno de los caídos en Malvinas, y una serie de acciones por el bien de la comunidad, en su nombre. También, el apoyo a los familiares. Fue la fundación, de la mano de su director, Julio Areo, la que impulsó el reconocimiento de los 123 jóvenes que están enterrados en el cementerio de Darwin.

Una pieza clave en la posibilidad de reconocer los cuerpos a traves del ADN fue el inglés Geoffrey Cardozo, el encargado de levantarlos del campo y sepultarlos. No solo eso: también consignó prolijamente qué pertenencias tenía cada uno pensando que, algún día, los familiares podrían identificarlos.

«Todavia quedan 8 cuerpos que no se reconocieron», dice Giaccaglia. «Por eso es muy importante difundir que se acerquen familiares a hacerse una prueba de ADN. Ese es el mensaje que quiero dar, y mi mayor motivación para realizar hoy este cruce, con la idea también de unir dos extremos. Algo que es difícil, pero no imposible».

Agrega que «la fundación también está trabajando muy duro para que la mamá de un excombatiente que está muy enferma, y a la que le faltan las dos piernas, pueda viajar en un avión sanitario a reencontrarse de alguna manera con su hijo».

«Cada día estoy mas convencida del trabajo que hace la fundación», agrega, comprometida.

A través de No me olvides, el Banco Ciudad le donó a Caty el pasaje, un alivio ya que, entre todos los gastos, contratar el barco cuesta 3200 libras.

Cuando llegue a destino, la estarán esperando Julio Aro y Geoffrey Cardozo, ambos un argentino y un inglés, postulados para el Premio Nobel de la Paz, juntos.

«Es una imagen que tengo en la cabeza. No me la puedo sacar»…dice Giaccaglia. «Va a ser muy emocionante. Es la unión de las personas. Quiero mostrar que a través del deporte se pueden dar estos mensajes. El hecho de que tenga esta cuota de emotividad lo hace mucho mas importante».

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