Entre el amateurismo y la incompetencia en las relaciones exteriores

Por Diego Guelar
La señora Cecilia Nicolini hizo una meteórica y ascendente carrera en la escalera de la destruida estructura del Estado. No dudo de sus capacidades personales ni profesionales, pero la complejidad del tema pandémico -tanto en lo global como lo local- requiere un manejo geopolítico que dista de los antecedentes y experiencia de la señora Nicolini. Distinta sería la cuestión si ella formara parte de un gabinete político y diplomático que, completado por los especialistas epidemiólogos y un esquema de mediano y largo plazo económico y financiero, funcionara elaborando una estrategia flexible pero coherente. Nada de esto está ocurriendo. Nosotros necesitamos, por los próximos dos años como mínimo, un aprovisionamiento de no menos de 70 millones de unidades (dos por persona) por año, para lograr una “inmunidad de rebaño” sustentable, en el marco de un diseño de post pandemia viable en lo económico y social.

Para ello, deberíamos haber elaborado un “Programa de unidad nacional” con dos prioridades: 1) la emergencia económica, y 2) la emergencia sanitaria. Ambas consensuadas con la oposición, de tal forma de darle estabilidad en el tiempo (por encima de la competencia electoral y las diferencias ideológicas).

En lo regional, deberíamos hacer otro tanto con nuestros socios del Mercosur para acumular capacidad negociadora con los EE. UU., China y la Unión Europea, en un mundo sin bloques, donde los actores principales están enfrascados en un proceso de intensas negociaciones, mas allá de los conflictos competitivos que también enfrentan.

La carta de la señora Nicolini no es otra cosa que el reflejo de un gobierno que anda a la deriva en lo doméstico y en lo internacional, oscilando entre el amateurismo y la incompetencia.

Tenemos que reflexionar urgentemente para enmendar el rumbo, entendiendo la gravedad de la tragedia que enfrentamos y deponiendo los desencuentros y “pases de factura” respecto del pasado, en el cual solo podemos encontrar responsabilidades compartidas.

Siempre se está a tiempo de corregir errores, pero ese tiempo es cada vez más corto.