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Encuentro interreligiosoEn su visita a Irak, el Papa se reunió con el líder de los chiitas musulmanes

El histórico encuentro del Papa con Al-Sistani Agencia AFP - VATICAN MEDIA

El encuentro era uno de los principales objetivos de la gira de Francisco por el convulsionado país.

Sentado sin zapatos, con el turbante negro en la cabeza que solo pueden llevar los descendientes del profeta Mahoma. El jefe espiritual de los musulmanes chiitas, imán Alí al-Sistani, de 90 años, dialogó este sábado por la mañana durante 50 minutos en su humilde casa de la ciudad santa de Nayaf, con el líder de 1.300 millones de católicos en el mundo. El Papa Francisco (84) se sentó frente a él, también sin zapatos.

Ali al-Sistani no firmó ningún documento común, lo que Francisco deseaba pero sabía que no ocurriría en este viaje a Irak. En una declaración escrita, el ayatolá manifestó su interés «en que los cristianos vivan como todos los iraquíes en paz y seguridad, y con todos sus derechos».

Hace dos años, el Papa firmó en Abu Dhabi un documento común sobre la fraternidad humana con el más importante líder de la mayoría sunita musulmana, el iman Ahmed al Tayeb, de la Universidad Al Azar del Cairo. Bergoglio difundió más tarde su tercera encíclica dedicada al mismo tema, titulada «Todos hermanos».

A raíz de su viaje a Irak, la esperanza del líder religioso católico era lograr que el prestigioso jefe chiita Ali al-Sistani se incorporara al llamado, sellando la influencia del Papa de Roma en la reconciliación total con los musulmanes y su presencia moderadora en el siempre agitado Medio Oriente.

Los chiitas son mayoría en el atormentado Irak de 40 millones de habitantes, en el que los cristianos representan el 1% de la población tras las masacres que sufrieron y la fuga a que fueron obligados por los terroristas de Al Qaeda en la represión que duró tres años entre 2014 y 2017.

Los católicos caldeos, que representan una de las comunidades más antiguas del cristianismo desde hace dos mil años, llegaron a sumar un millón y medio de personas, mientras que ahora son unos 200 mil.

El comunicado de la oficina de Ali al-Sistani en Nayaf, en el sur, a la que el Papa llegó temprano por la mañana en un vuelo de 160 kilómetros desde Bagdad, señala que el ayatola Ali al-Sistani le habló al pontífice de Roma «de las injusticias y opresión, la persecución religiosa e intelectual, el bloqueo económico y los desplazados de muchos pueblos de la región, entre ellos el pueblo palestino».

Según el comunicado, ambos líderes religiosos trataron «los grandes desafíos que enfrenta la humanidad».

El Vaticano, a su vez, afirmó en su comunicado que el Papa «subrayó la importancia de la colaboración y amistad entre las comunidades religiosas».

Del encuentro se distribuyeron solo tres fotos en las que se ven al Papa y al gran ayatolá sentados frente a frente. Al lado de Francisco están el traductor, el patriarca de Babilonia de los caldeos, Raphael Sarcó, y el presidente del Consejo para el Diálogo Interreligioso, el cardenal español Miguel Ayuso.

En su crónica del encuentro, la agencia EFE puso el foco en si el ayatolá Alí al-Sistani, «que normalmente permanece sentado al recibir a sus visitas», se puso de pie para recibir a Francisco, «un gesto que hasta ahora nunca habría tenido”.

Algunos allegados a la casa del líder chiita señalaron que Alí al-Sistani mantuvo su estilo extremadamente sobrio y distanciado, pero destacaron que en el comunicado agradeció al Papa su visita a Nayaf. El clérigo Mohamed Alí Bahr al Ulum dijo a la France Presse: «Estamos orgullosos de lo que representa esta visita, que va a dar otra dimensión a la ciudad santa de Nayaf».

El cardenal Miguel Angel Ayuso, que participó del encuentro, destacó que «la escuela teológica de Nayaf es más laica que la que se practica en Qom», la ciudad santa de los chiitas de Irán, de donde proviene Ali al-Sistani, nacido en Irán y que mantiene esa nacionalidad.  Alí al-Sistani «concede más peso al aspecto social», agregó el cardenal español.

Los interlocutores recordaron que Alí al-Sistani no comparte el enfoque central del líder chiita de Irán, el gran ayatolá Ali Jamenei, que otorga más importancia a la religión que a la política. El jefe de los chiitas iraquíes considera que los religiosos deben aconsejar, pero no intervenir en la vida pública.

Los interlocutores recordaron que Alí al-Sistani ha sido siempre el garante de la independencia de Irak. En 2014 hizo una llamado al que respondieron decenas de miles de chiitas, para que combatieran en la guerra contra los terroristas del Estado Islámico, que se habían establecido en la ciudad de Mosul, con mayoría cristiana, y se lanzaron a una feroz represión contra los seguidores de Jesucristo.

En 2019 hubo en Irak grandes y sangrientas manifestaciones antigubernamentales que paralizaron el país. Un sermón de Alí al-Sistani contra la corrupción y el mal gobierno provocó la caída del jefe del Gobierno de entonces, Adil Abdul-Mahdi.

Bergoglio dedicó su segunda jornada en Irak al diálogo interreligioso. Tras el encuentro con el líder espiritual chiita, Francisco se desplazó en helicóptero hasta Ur, una de las más antiguas e importantes ciudades sumerias. La Biblia escribe que allí nació Abraham, el patriarca común del monoteísmo que afirma la existencia de un solo Dios, de judíos, cristianos y musulmanes, las tres grandes corrientes religiosas.

En su tercer discurso del viaje, Francisco afirmó ante líderes de varias confesiones que la ofensa más blasfema contra Abraham es «profanar su nombre odiando al hermano».

Dijo: «Nosotros creyentes no podemos callar cuando el terrorismo abusa de la religión». Atacó la proliferación de los armamentos, las “turbias maniobras que giran en torno al dinero” y pidió a los fieles de todas las religiones “transformar el odio en instrumento de paz».

“La hostilidad, el extremismo y la violencia no nacen de un espíritu religioso, son traiciones a la religión”, afirmó, e instó a todos los jóvenes iraquíes a “descubrirse hermanos”. “Es urgente educarlos en la fraternidad, una auténtica emergencia, la vacuna más eficaz para un futuro de paz”, añadió.

El Papa concluyó destacando que “el sueño de Dios es que la familia humana sea hospitalaria y acogedora con todos sus hijos y que camine en paz”.

 

 

 

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