Opinión

Análisis Elección provincial con mensaje nacional

Por Rosendo Fraga

Las elecciones adelantadas no anticipan resultados nacionales, pero crean «clima político», algo que seguirá sucediendo en los próximos meses, con la sucesión de comicios para gobernador, que alcanzará a tres cuartas partes de las provincias.

No permiten pronósticos, pero envían mensajes.

Neuquén es un distrito muy particular, en el que un partido provincial, el Movimiento Popular Neuquino, fundado por los hermanos Sapag a comienzos de los años sesenta del siglo pasado, ha ganado la totalidad de las elecciones de gobernador en los últimos 57 años.

El actual comicio no fue la excepción, al ser reelecto el gobernador Omar Gutiérrez, quien obtuvo 4 cada 10 votos.

En esta oportunidad, el MPN sufrió una escisión, encabezada por el ex gobernador Jorge Sobisch, que obtuvo solo uno de cada 10 votos. Sumados ambos, votó por la opción provincial la mitad del electorado.

El mensaje para el MPN es claro: conviene ganar la provincia sin alineamiento nacional.Pero es posible que ahora pueda emitir señales para octubre y posiblemente sean cercanas a Lavagna.

El candidato del PJ, Ramón Rioseco, quedó segundo, teniendo sólo un voto cada cuatro. Hasta el mismo día de la elección, no eran pocos los que especulaban con un final cerrado entre el MPN y el PJ. Finalmente, el primero se impuso por 14 puntos sobre el segundo.

El candidato justicialista era de unidad y estaba apadrinado por Cristina Kirchner, quien lo apoyó con spots y fotos, intensamente utilizados en los días previos a los comicios. Pero es un candidato con imagen radicalizada, ya que fue fundador del movimiento piquetero provincial, que nació en Cutral-Co en los años noventa.

La eventualidad de su triunfo había puesto nerviosos a los mercados. Es que los recursos naturales del subsuelo, de acuerdo a la reforma constitucional de 1994, son propiedad de las provincias y no de la Nación. Esto planteaba dudas sobre lo que podría suceder con Vaca Muerta.

En este caso, el mensaje también es claro: la unidad con un candidato K, puede no ser suficiente para ganar.

Para Cambiemos, la derrota ha sido dura. Su candidato, Horacio Quiroga, radical, Intendente de la capital, finalmente quedó tercero con sólo un voto cada 6,5, cuando tres semanas atrás, la elección parecía entre Gutiérrez, Rioseco y Quiroga.

Los votos del oficialismo nacional han sido claves en la magnitud del triunfo de Gutiérrez. Es que al percibirse que Cambiemos había quedado relegado al tercer lugar en la semana previa, el «voto útil», llevó a votantes ha optar por el Movimiento Popular Neuquino, como «mal menor» frente al triunfo de un PJ «cristinista». Incluso un diputado provincial del PRO convocó públicamente a hacerlo. Es que en esta provincia no hay segunda vuelta y la elección  se gana por un voto.

En este caso, el mensaje dice que si bien Cambiemos potencia la polarización, también puede ser víctima de ella.

La izquierda se presentó dividida en cinco candidaturas. La más votada fue la del FIT- Raúl Godoy-, que obtuvo 3,63% de los votos. Pero sumados los otros cuatro candidatos, esta corriente política llega al 6%.

El mensaje dice que el fraccionamiento de una fuerza electoral menor como es la izquierda en la Argentina, le hace perder fuerza y bancas.

Pero hay un menaje común para Macri y Cristina: la polarización no es inexorable y a ocho meses de las elecciones no es impensable que alguno de ellos pueda ser víctimas de este mismo  proceso, como le pasó a Cambiemos en Neuquén, si finalmente el «tercer espacio» se organiza y  logra llegar a la segunda vuelta.

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