Economía y Negocios

Resultados positivosEl vino pudo escapar de la crisis de consumo y fue la única bebida que aumentó su volumen de ventas en 2019

La botella gana terreno frente al tetrabrick. La presentación en lata es una de las grandes apuestas del sector en 2020 para impulsar la demanda masiva y competir con la cerveza.

El bajo precio de la uva y el marketing adecuado hicieron la combinación perfecta para que la industria vitivinícola pudiera cerrar con resultados positivos un 2019 que fue malo en materia de consumo para el resto de las bebidas. La comercialización de vinos en todos sus envases alcanzó el año pasado a 8,8 millones de hectolitros y creció un 4,9% respecto de 2018, en contraste con las caídas que en ese lapso tuvieron cervezas, gaseosas y licores.

En el abanico de presentaciones, el vino en botella consolidó su liderazgo con el 56,4% del total y un aumento del 6,6% en relación con 2018. Aunque con un detalle que denota que el sector no quedó totalmente a salvo de la crisis: la venta en envases de hasta 750 centímetros cúbicos –la gama de finos y reserva- tuvo una baja interanual del 1,1%, más que compensada por la suba del 36,1% de los vinos de litro o litro y medio, con “una relación de precio más conveniente”, dijo a Infobae Carlos Fiochetta, gerente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar).

El último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) mostró también dos fenómenos que podrían prenunciar un escenario novedoso para 2020. La venta de vino en tetrabrick perdió terreno, con una suba interanual menor a la de las botellas (3,4%), que redujo su participación al 39,9% del total, pero con una tendencia declinante hacia fin de año, al punto que en diciembre la baja en su comercialización fue del 13,1% respecto de doce meses atrás y su participación cayó al 37,2 por ciento.

Según la consultora IES, hasta octubre el consumo de vino era el único que crecía entre todas las bebidas

La gran novedad de fines de 2019 fue la aparición del vino en lata, todavía “muy incipiente” para Fiochetta, pero que la industria vislumbra como “la última innovación para competir con la cerveza, uno de los productos que más impacto (negativo) nos causó en las últimas décadas”, apunta el presidente de la Cámara Vitivinícola de San Juan, Ángel Leotta.

La lata vino para quedarse

Desde el Observatorio Vitivinícola Argentino son más contundentes y aseguran que “el vino en lata vino para quedarse”.

“Tenemos cifradas esperanzas en que el vino en lata va a andar bien”, confió Leotta a Infobae, fundado en las cifras aportadas por el INV. Está claro que los 859 hectolitros comercializados en 2019 representan un volumen marginal, de menos del 0,01% del total, pero a diferencia del tetrabrick, la presencia de la lata va en crecimiento, al punto que sólo en diciembre se vendieron 538 hectolitros, el 62,6% de las ventas de todo el año, en lo que puede ser el anticipo de un 2020 con mayor presencia en el mercado.

La evolución del mercado de vino argentino se enmarca en un proceso de reconversión iniciado hacia fines de la década del ’80 del siglo pasado, cuyo punto inicial muchos ubican en la sanción de la ley de Fraccionamiento en Origen. La norma impulsó la producción y comercialización de los vinos de alta gama pero su éxito no puede entenderse si no se tiene en cuenta el cambio en la visión de los empresarios del sector.

“Antes en una bodega se pensaba que lo que hacían se iba a consumir sí o sí. Ahora se le presta atención al consumidor, que en definitiva es el mejor jurado que tenemos con tres herramientas indiscutibles: vista, olfato y gusto”, sentencia Leotta.

La comercialización del vino envasado en botella domina el mercado local con el 56,4%, según el último informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura

La nueva postura de los bodegueros no es privativa de la Argentina, sino que se inscribe en la caída del consumo de las últimas cuatro décadas en todo el planeta, fenómeno del que no se salvaron ni los principales animadores del mercado vitivinícola como Francia, España e Italia.

Ante el cambio de contexto, nuevas formas de comunicación

La caída, en favor de la cerveza y otras bebidas alcohólicas de menor graduación, dejó a la industria en una situación crítica en un primer momento, hasta que varios estudios de mercado en el país y el exterior permitieron acercar respuestas al problema.

 El consumo del vino está asociado a la comida en el hogar. Y hay que entender que el contexto social ha cambiado en los últimos treinta años (Carlos Fiochetta)

Fiochetta lo explica: “El consumo del vino está asociado a la comida en el hogar, allí es donde se concentra el 80%. Y hay que entender que el contexto social ha cambiado en los últimos 30 años, en los que por razones laborales, económicas y hasta de nuevos vínculos interpersonales la comida en la mesa familiar tiene menos presencia que antes”.

Ante esa realidad, la industria tuvo que adaptarse. “Hay que trabajar en nuevas formas de comunicar con los envases, innovar, desarrollar muchas cosas que el consumidor está requiriendo”, acota Leotta, dando pie a la novedad que el sector tiene pensado implantar en 2020, luego de la buena recepción obtenida el año pasado.

Los datos del INV de diciembre mostraron una caída de las ventas en tetrabrick y un mayor crecimiento de los vinos en botella de un litro o más por sobre los de 750 cc o menos

Es que la lata se adapta a la perfección al nuevo contexto social y familiar al que se refería Fiochetta. Es mucho más fácil de trasladar que una botella o un tetrabrick y, con una menor graduación alcohólica que el vino tradicional, apunta a disputar el mercado que viene ganándole la cerveza hace más de un cuarto de siglo. Y en ese sentido ya dieron sus primeros pasos Bianchi, Peñaflor, Fecovita y Zuccardi, entre otras.

Hasta con jugo de naranja

La lata es el emergente de una forma de ver la realidad por parte de toda la cadena vitivinícola y que sorprendería a más de un defensor de muchos conceptos tradicionales que van quedando en el camino. “Ahora hay que prestar atención a un consumidor que quiere vinos más suaves, más frutados, más livianos, con menos graduación alcohólica, sin descuidar al consumidor Premium”, reconoció Leotta, para quien “hay que contemplar al que lo quiere frío, con hielo… en Córdoba hasta lo toman mezclado con jugo de naranja”.

Al respecto, un estudio encargado por el Observatorio Vitivinícola Argentino indicó que el 41% de los compradores de vino afirmaba que adquiriría envases alternativos si supieran que su contenido es de buena calidad y que el 25% probaría nuevos blends si los consiguieran en tamaños diferentes al de las botellas estándar.

Y el crecimiento de las ventas en 2019 tuvo que ver con el cambio cultural de los protagonistas del sector, más proclives a aceptar los requerimientos del consumidor. Fue así que en el año pudieron recuperarse unos 200.000 hogares que volvieron a consumir vino, de acuerdo con un trabajo de Joaquín Oria, de la consultora Kantar, realizado para el Observatorio.

El precio de la uva es muy bajo y con eso el vino se tornó muy competitivo”, sostuvo Fiochetta, que reconoce que esa situación “no es sustentable en el tiempo

Pero hubo otro factor que no puede obviarse. “El precio de la uva es bajo y con eso el vino se tornó muy competitivo frente a otras bebidas”, advierte Fiochetta, quien a su vez reconoce que esa situación “no es sustentable en el tiempo”.

“Ahora arranca la cosecha en San Juan y aún no hay precio de referencia. Pero a diferencia de otros cultivos, la uva no se puede acopiar y es muy dependiente de cuestiones climáticas”, añadió, para rematar con un dato insólito en una economía dominada por la inflación: según señaló, el precio promedio al productor pasó de $11 pesos en 2018 a $9 el último año.

El factor geográfico tuvo su aporte a la necesidad de la industria de hacer frente a las múltiples demandas de los consumidores. Más allá de que el grueso de la producción se concentra en Mendoza y San Juan, la superficie cultivada con vid se distribuye en 19 provincias. Y eso se refleja en en diferentes características organolépticas.

“La vitivinicultura está en todos los valles cordilleranos desde Jujuy a Chubut, pero también en otras provincias no cordilleranas, como el vino de la costa en Buenos Aires», señala Leotta. «Por eso -finaliza- la misma variedad puede tener características diferentes según la zona de cultivo. Es cuestión de clima, suelo y altura”.

 

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