Judiciales

En EspañaEl represor Adolfo Scilingo deja la cárcel tras 22 años

Después de pasar 22 años, un mes y 10 días detenido, el represor Adolfo Scilingo salió de la cárcel en la que estaba recluido en España, condenado por la Justicia de ese país a una pena de 1084 años de prisión como partícipe de los llamados «vuelos de la muerte» durante la dictadura.

Scilingo, de 73 años, se acogió a un beneficio penitenciario que le permite terminar de cumplir su condena en libertad, con la condición de realizar tareas comunitarias durante el día y pernoctar en un Centro de Inserción Social dependiente de la Comunidad de Madrid, según reveló hoy el diario Vozpopuli.com.

Ese medio ubicó al exmarino en una pequeña iglesia en el centro de Madrid, ordenando bolsas con ropa proveniente de donaciones. «Ya no soy interno, soy residente», declaró. Aunque dijo que acude de forma voluntaria a trabajar en la parroquia, en la Justicia señalan que está obligado en virtud del beneficio que le permitió dejar la cárcel.

Scilingo fue condenado en España como responsable de 30 asesinatos y una detención ilegal y como cómplice de otras 255 detenciones ilegales. Había sido arrestado por orden del juez Baltasar Garzón mientras estaba en Madrid como invitado por un canal de televisión para contar las situaciones delictivas en las que había confesado su participación. En 1996 había contado en una entrevista como la dictadura mataba a detenidos después de drogarlos y lanzarlos al mar desde aviones. Los famosos «vuelos de la muerte».

Una vez detenido, concedió en prisión la entrevista que había ido a dar. «Todos los miércoles se hacía un vuelo y se designaba en forma rotativa distintos oficiales para hacerse cargo de esos vuelos. A los que el día antes se les elegían para morir, se les llevaba al aeropuerto dormidos o semidormidos mediante una leve dosis de un somnífero haciéndoles creer que iban a ser llevados a una prisión del Sur», contó en 1997. «Una vez en vuelo, se les daba una segunda dosis muy poderosa, quedaban totalmente dormidos, se les desvestía y, cuando el comandante daba la orden, se les arrojaba al mar uno por uno».

Después de un tiempo cambió su versión. Dice que lo forzaron a contar «la mentira más grande del mundo» y que es inocente.

«El Tribunal Supremo me tiene condenado por delitos de asesinato, de nadie. No han logrado, hasta ahora, que nadie me diga a quién asesiné. [El juez] me pide que le pida perdón a las víctimas, y entonces le digo: ‘Dígame quiénes son mis víctimas, y yo les pido perdón», dijo el año pasado en una entrevista con Vozpopuli.

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