Opinión

El periodista en su laberinto

 Por: Daniel Salmoral

Otro 7 de Junio, otro “Día del Periodista”.

Profesión u oficio que conlleva la tarea de contar, comentar e investigar los hechos cotidianos que le ocurren a una sociedad.

Riesgosa, dicen algunos, hermosa dicen otros, lo cierto es que éste laburo trae las mismas responsabilidades que cualquier otro con la diferencia, quizás, que quienes lo llevan adelante se convierten en ciudadanos públicos, conocidos.

El periodismo ha sido a lo largo de la historia una labor aplaudida y cuestionada, como tiene que ser por otra parte, pero por sobre todo imprescindible para una Democracia plena.

Sin periodismo libre, no puede haber una Democracia cierta.

Su labor, entre las más importantes, es la de marcar errores y aciertos de quienes nos gobiernan.

Obviamente que para éstos, los aciertos son los que quieren escuchar y las críticas o los errores, lo que detestan, lo que no quieren oír y lo que la mayoría de las veces, ignoran.

Mucho se ha hablado en estos años en nuestro país, del “periodismo militante”.

La pregunta es entonces: ¿existe un periodismo militante?.

La militancia, por cierto, está muy bien que se ejerza en otros ámbitos como la política, pero nunca debería practicarse en el periodismo.

¿Por qué?

Porque es un contrasentido.

La tarea primordial del periodista es la de informar y luego sobre esa información, si quiere, la de opinar, pero esa opinión debe hacerse sobre la base de los hechos reales y no sobre lo que “yo quisiera” que pase.

Estos años, hemos visto como un importante número se encargó de justificar el relato del gobierno kirchnerista aún a sabiendas de que lo que se le contaba al ciudadano de a pié, no era lo cierto.

Quienes lo hicieron, sabrán en su fuero íntimo, porqué aceptaron llevarlo adelante.

Algunos dirán que por convicción y otros, como lo reconocieron varios, por dinero.

Más allá de lo moral que implica esta confesión, lo cierto es que en sus actos cotidianos, quedó desvirtuada la labor del periodista, sobre todo el de opinión.

Esta clase de periodismo, siempre estará sujeto a susceptibilidades.

Es lógico. Sobre un hecho real, siempre puede y de hecho lo hay, diferentes miradas.

Lo que está bueno para uno puede estar mal para otro y está bien que así sea.

Lo importante en estos periodistas es que lo hagan con absoluta honestidad intelectual.

Las opiniones siempre serán eso, opiniones, y quedarán, para quien las escuche, las lea o las vea, adherir a ellas o rechazarlas y allí radica lo importante de la opinión: que cada uno la analice, la elabore y tome partido por una, por otra, o por ninguna.

En el periodismo de investigación, el epicentro de su actividad será siempre buscar para contar, con rigurosidad, las cosas que han pasado.

Allí no puede haber otra cosa que decir lo que es real.

Nada sencilla por cierto. Los hechos, las cosas, por lo general siempre se encuentran tras un manto de “neblina” que se hace necesario disipar.

Durante los años anteriores, ese periodismo de investigación ocupó, muchas veces, el lugar de la propia Justicia.

De no haber sido por ese periodismo y quienes lo practican, muchas cosas jamás hubieran llegado a conocimiento de la opinión pública.

Con ellos, el periodismo logró demostrar su razón de ser en la Democracia.

Sin embargo, desde hace un tiempo y aún ahora, los argentinos vivimos atrapados en una “grieta” y el periodismo no es ajeno a ello.

“Periodistas oficialistas y opositores”, es lo que se escucha.

“Cristinistas y macristas. Buenos y malos. Honestos y corruptos”.

Eso, aunque triste, es lo que escuchamos muchas veces de los periodistas hoy en Argentina.

Para quienes elegimos hacer de esto nuestra forma de vida, sólo nos queda tratar de ser honestos con nosotros mismos primero y luego con los ciudadanos para quienes trabajamos a través de los distintos medios.

“Ustedes nos dicen como somos como sociedad”, me comentó un intelectual al que respeto desde siempre.

Puede que tenga razón.

Lo cierto, es que quienes cumplimos esta labor, sabemos, que en definitiva, somos, más allá de ser conocidos o “famosos”, emergentes de un conjunto de hombres y mujeres que sueñan, se angustian, gozan y lloran con lo que nos pasa, como todos, cada día del año.

Otro 7 de Junio, otro “Día del Periodista”, otra oportunidad para reafirmar nuestro compromiso por encima de tantas opiniones a favor o en contra sobre lo que hacemos y que escuchamos a diario.

“Nosotros vivimos en nuestro propio laberinto”, me dijo una vez un querido y enorme colega que ya no está entre nosotros.

Nunca se lo dije, pero siempre pensé que tenía razón

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