Política

PolémicaEl libro de Macri: más repercusiones por la decisión de algunas librerías de no venderlo o exhibirlo

Elección, censura o conveniencia: por qué algunos locales no van a comercializar “Primer tiempo”, las memorias del expresidente

igue la repercusión por la decisión de varios libreros porteños de no comercializar o no exhibir en vidrieras el libro de Mauricio Macri, Primer tiempo, que publicará Planeta la semana próxima. Mientras el debate se desarrolla, la preventa en la tienda de la editorial en Mercado Libre bate récords y perfila las memorias del expresidente como uno de los libros del año. “La venta sigue subiendo -confirmaron hoy desde el Grupo Planeta-, y no somos los únicos”. Varias librerías, sobre todo las grandes cadenas, también lanzaron la modalidad de venta anticipada y online de Primer tiempo, que fue promocionada por el mismo Macri ayer en su cuenta de Twitter. El libro llegará a librerías el miércoles 17.

“No somos una librería como todas las demás, elegimos qué vender y qué no”, declaró esta mañana Ignacio Portela, director de la revista y la editorial Sudestada, a Radio con Vos. Sudestada publica libros de literatura, historia y ciencias sociales, y como otras editoriales, cuenta con una librería propia. Consultado por este diario si, durante 2019, habían vendido Sinceramente (Sudamericana), de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, Portela respondió que sí. “La diferencia es que los libros de Macri hay que pagarlos en firme, contra entrega, y los de la expresidenta venían en consignación”, respondió. El librero y editor informó además que habían recibido amenazas. “No adherimos ni nos interesa difundir eso”, le dijo esta mañana al periodista Ernesto Tenembaum esta mañana. “Eso” es Primer tiempo.

Varias librerías que decidieron no comercializar las memorias de Macri sobre sus años en el poder vendieron Sinceramente sin reparos. De hecho, una queja habitual era que Penguin Random House privilegiaba entonces a las cadenas de librerías y enviaba pocos ejemplares del best seller a los locales chicos o independientes.

Además de Sudestada, Céspedes, en Colegiales, o En el Viento, en Belgrano, por ejemplo, no lo tendrán. Y otras librerías porteñas, como Norte, Eterna Cadencia, Arcadia, Guadalquivir y De la Mancha, sí venderán Primer tiempo pero no lo exhibirán en sus vidrieras. Tampoco en Hernández lo recomendarían.

Un librero porteño, que prefirió mantenerse en el anonimato, explicó  sus razones. “La nuestra es una librería literaria -dijo-. Nos gusta mirar y ofrecer catálogo de poesía, ficción y no ficción literaria e infantiles. No estamos movidos por la novedad en general. Nuestras decisiones, como la gran mayoría de los gustos estéticos, están movidas por el gusto y el capricho. Elegimos aquellos libros que leímos o leeremos; que creemos que cualquier curioso o lector incipiente o que busca recomendación debería leer y que, consideramos, no va a volverse obsoleto jamás en esa biblioteca”.

Gran parte del debate sobre las librerías que no venderán o venderán a desgano el libro de Macri giró en torno a dos cuestiones. Por un lado, si la “decisión curatorial” de los libreros (es decir, elegir qué vender o no y cómo exhibir los libros) era censura; por otro, si en un momento de crisis del sector editorial como el actual, que se agravó con la pandemia en 2020, tiene sentido no vender el libro de alguien que fue presidente electo de la Argentina solo porque no se comparten las acciones e ideas del autor. Hasta el jefe de Gabinete Santiago Cafiero (que tuvo una librería) se refirió al libro de Macri con una ironía. “Debe estar para descargar en el Rincón del Vago”, dijo ayer en el programa televisivo de Romina Manguel.

“Imaginemos por un momento que el quiosco de diarios de la esquina decide no vender Página 12 o no vender Clarín o cualquier otro diario porque no está de acuerdo con la línea editorial de ese diario -dijo Pablo Avelluto, exsecretario de Cultura de la Nación. Nos parecería un escándalo. Con los libros sucede algo parecido, aunque es cierto que no todos los libros entran en todas las librerías y hay libros que al librero le interesan más o menos. Es un comercio libre. Pero en esto hay algo que tiene que ver con el marketing de la cancelación”. Para Avelluto que colaboró con Macri en la escritura de Primer tiempo junto con el ensayista y exfuncionario Hernán Iglesias Illia, “es un disparate cuando alguien hace publicidad diciendo que no vende un libro determinado porque no comparte esas ideas o, como en el caso de Ecequiel Leder Kremer [de Hernández], que fue hasta poco parte de la conducción de la Cámara Argentina del Libro, que hablaba del contenido del libro sin haberlo leído, diciendo que se reservaba el derecho de evaluarlo para recomendarlo o no”.

«“Prohibir a los clientes un libro porque el dueño de la librería tiene una posición ideológica contraria a la de ese libro es un acto autoritario. Nunca confundas tu catálogo con tu biblioteca”.»

El exsecretario de Cultura señaló que “prohibir a los clientes un libro porque el dueño de la librería tiene una posición ideológica contraria a la de ese libro es un acto autoritario”. Y citó una máxima del negocio editorial: “Nunca confundas tu catálogo con tu biblioteca”. Según afirmó, la cultura de la cancelación deteriora la calidad del debate público. “Se genera una situación de violencia innecesaria, porque la gente a la que le interesa el libro lo va a comprar y a la que no, no. Ejercer la censura sobre los gustos de tus clientes, y la comunicación pública de esa censura, tiene que ver con un clima de época que estamos viviendo y que es realmente penoso. ¿Qué harían estos libreros si fueran funcionarios? ¿Prohibirían los libros que no les gustan?”.

Por último, el exfuncionario se refirió al episodio protagonizado por la encargada de otra librería porteña, Kokoro, que escribió en Twitter que en la librería se quemarían ejemplares de libros de Beatriz Sarlo (a la hora del té), luego de que la ensayista declarara en la Justicia que su editor de Siglo XXI, el sociólogo Carlos Díaz, y la esposa del gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof, la doctora en Letras de Soledad Quereilhac, le habían ofrecido vacunarse a cambio de su participación en una campaña pública de concientización. “En vez de debatir, intervenimos para eliminar la posibilidad de que el otro se exprese -agregó Avelluto-. Los dictadores quemaban libros. Vivimos eso hace muy poco en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, cuando se quería determinar qué libro se podía presentar y qué libro no, porque no les gustaba a los directivos de la Fundación El Libro. En la Argentina ya hubo listas negras de libros y escritores”. El tuit de la cuenta de Kokoro, que la emisora calificó como irónico, fue borrado cuando empezó a recibir críticas; no obstante, la captura de pantalla ya había sido hecha. Varios editores se pronunciaron en contra de estas expresiones.

Sobre este incidente, también trascendió que la librera había recibido amenazas. Por otro lado, el presidente de la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines (Falpa), José Roza, dio a conocer ayer un comunicado en el que se repudia “enérgicamente” las declaraciones de su colega de Kokoro, a quien califica de “irresponsable”. “Estas expresiones nos retrotraen a lo peor y más abyecto de nuestra historia reciente, donde no solo se quemaron libros sino que también iba la vida de nuestros compatriotas en ello -se lee en el comunicado-. En esta democracia, con todos sus defectos, la única forma de superar las diferencias y el disenso es con el diálogo y el consenso, y cuando no es posible por este camino está la Justicia como árbitro superador”. Para bien o para mal, en la Argentina los libros siguen influyendo en el debate público.

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