Salud

LátexEl increible y dificultoso proceso de fabricación de los preservativos

De un bosque que está en otro continente hasta tu farmacia más cercana, cómo se fabrica un preservativo.

Joaquín (37) va a la farmacia, se acerca a la góndola y escoge los de siempre, ultrafinos. “Saborizados compraba cuando era más chico, igual que los retardantes y los texturados, ahora elijo los normalitos, bien delgados”, dice a Clarín. Él no lo sabe, pero para que esa caja de 6 unidades llegue a sus manos, del otro lado del mundo hay un “rallador”, alguien que recorre una plantación a las 4 de la mañana. Ayudado con una linterna, coloca un balde apoyado en el tronco de un árbol grueso y extrae un líquido lechoso: el látex.

 

El primer “preservativo” del que se tiene evidencia se encontró en Inglaterra y se estima que data de 1642 o 1647. En aquel entonces, estos “revestimientos” reutilizables se fabricaban con tripas de animales como ovejas o cerdos.

Por suerte, para mediados del siglo XIX el látex los reemplazó como un material mucho más higiénico y desechable. Puede que tengas uno en tu mesita de luz, pero ¿cuánto sabés sobre su materia prima, fabricación y comercialización?

Primera parada: un líquido milagroso dentro de una plantación

El látex brota del Hevea brasiliensis o árbol de caucho y, gota gota, se deposita en recipientes o tazas (Foto: ilustración Shutterstock)
El látex brota del Hevea brasiliensis o árbol de caucho y, gota gota, se deposita en recipientes o tazas (Foto: ilustración Shutterstock)

Los preservativos, al igual que las llantas, las suelas de los zapatos, las bandas transportadoras y otra decena de productos, provienen del mismo árbol: el Hevea brasiliensis. También conocido como árbol de caucho, o seringueira (en portugués), sus ejemplares pueden alcanzar los 25 o 30 metros de altura.

La materia prima del Hevea brasiliensis es el látex natural, un líquido lechoso que se obtiene mediante el “rallado” del árbol, es decir, haciendo cortes medidos y superficiales al tronco, un proceso similar a la extracción del árbol de maple en Norteamérica. Con la materia prima, también llamada látex de campo, se pueden elaborar dos productos: el látex o el “caucho sólido”.

“El rallado de los árboles se hace temprano, muy temprano, porque hay una mayor presión en los vasos laticíferos, que son los que conducen el látex en el árbol, y generan más producción. El árbol deja de gotear como a las cuatro o cinco horas más o menos, aunque hay unos que se tardan más”, explica el ingeniero químico y experto en caucho Mauricio De Greiff en diálogo con Clarín.

Un rallador extrayendo látex de un Hevea Brasiliensis, el árbol de caucho. (Foto: ilustración Shutterstock)
Un rallador extrayendo látex de un Hevea Brasiliensis, el árbol de caucho. (Foto: ilustración Shutterstock)

Si se va a producir látex, es fundamental que el líquido no coagule. “El látex tiene unas proteínas que liberan unas bacterias que conllevan a la generación de ácidos grasos que lo autocoagulan —afirma De Greiff—, por eso es necesario utilizar un preservante y bactericida, el más usado es el amoníaco o agua amoniacal en diferentes concentraciones y en diferentes dosificaciones”.

Si, en cambio, se quiere obtener caucho sólido (para llantas, gomas, zapatos) se le agrega ácido fórmico, un coagulante, y se deja cuajar hasta el día siguiente. Después, cada producto se transporta fuera de las plantaciones. El caucho sólido se somete a otro proceso para ser vendido en fardos de 35 kilos a las industrias.

El caucho sólido o hule se usa como materia prima en la industria automotriz, de calzado. (Foto: ilustración Shutterstock)
El caucho sólido o hule se usa como materia prima en la industria automotriz, de calzado. (Foto: ilustración Shutterstock)

Aunque el árbol proviene de la Amazonía brasileña, más del 80% de la producción mundial de caucho y látex natural se concentra en el sudeste asiático. En el siglo XIX, el explorador y contrabandista Henry Alexander Wickham llevó cerca de 70 mil semillas a Inglaterra y, de allí, el imperio británico las sembró en sus colonias, donde prosperaron plantaciones que superaron a su contraparte suramericana.

Por eso no sorprende que los diez mayores productores y exportadores sean países del sudeste asiático. Tailandia encabeza la lista, exportó 4,82 millones de toneladas de caucho natural en 2021, y Malasia está entre los mayores exportadores de látex natural. Tres de cada cinco guantes del mundo se hacen allí.

La industria del caucho en Latinoamérica sigue siendo pequeña debido a la presencia del hongo Microcyclus ulei. Solo en el siglo XX, a pesar de los esfuerzos del gobierno brasileño, este patógeno desató dos epidemias que destruyeron miles de hectáreas de plantaciones en el país vecino. Guatemala y Colombia son exportadores de caucho natural en menor proporción. Hasta ahora, no se ha detectado la presencia del Microcyclus ulei en Asia.

Los ejemplares pueden empezar a rallarse a partir de los seis años, no antes. “El árbol de caucho es muy susceptible. Se ralla cada dos días y los ralladores tienen toda una técnica para rallarlo sin dañarlo, por lo que sigue siendo un trabajo manual”, explica a Clarín la presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Tecnología del Caucho (SLTC), María Alexandra Piña a través de una videollamada.

El proceso de rallado se detiene por tres o cuatro semanas en lo que los productores llaman “el invierno del caucho”. Durante esta temporada, que va de diciembre a mayo y varía de un país a otro, los árboles se deshojan y la producción disminuye drásticamente.

Segunda parada: concentrar el látex

Un rallador traslada el látex de campo de la taza a un balde antes de que se lleve a la planta de tratamiento. (Foto: ilustración Shutterstock)
Un rallador traslada el látex de campo de la taza a un balde antes de que se lleve a la planta de tratamiento. (Foto: ilustración Shutterstock)

El látex de campo se transporta de las plantaciones a un centro de acopio o planta de tratamiento. Según explica De Greiff, el látex, cuando sale del árbol, puede tener un contenido de caucho (o sus moléculas de poli-isopreno) de entre el 27% y el 41%, una concentración baja para ser utilizado industrialmente.

El proceso más común para aumentar la concentración del látex es el centrifugado. “A través de un proceso mecánico con una máquina centrífuga se eleva el contenido de caucho (poli-isopreno) en el látex, por ejemplo, de un 33% a un 60%”, explica el ingeniero.

En estas instalaciones también se puede reducir el nivel de proteínas del látex, causantes de alergias en algunas personas. De Greiff indica: “Ya hay métodos en donde, con productos químicos, hay una reducción del nivel de proteínas. Sobre todo, en artículos que están en contacto directo con el ser humano”.

Cuando se obtiene el látex centrifugado y concentrado debe dejarse “madurar” alrededor de veinte días. Se almacena en tanques en donde se agita periódicamente a bajas revoluciones por minuto y se le añaden jabones, estabilizantes y conservantes hasta que alcanza lo que los expertos llaman “estabilidad mecánica”, es decir, que mantiene sus propiedades y sirve como compuesto con un buen desempeño industrial.

Para transportar el látex centrifugado generalmente se utilizan tambores o contenedores de hasta 21,500 kilos. Muchos de ellos pueden cubrirse con aislantes térmicos. De allí, se transporta a las fábricas de preservativos, globos o guantes según sea el caso.

Tercera parada: el “dipping” y la vulcanización

Moldes de vidrio en una fábrica de preservativos en Rusia, 2005 (Foto: ilustración Shutterstock)
Moldes de vidrio en una fábrica de preservativos en Rusia, 2005 (Foto: ilustración Shutterstock)

Los preservativos se fabrican mediante un proceso de inmersión o «dipping». Las máquinas con moldes de vidrio se sumergen primero en una solución coagulante y luego en las piscinas que contienen el compuesto de látex, al que se le añadió antes un estabilizante (alcalinos), un activador (el óxido de zinc) y un agente de vulcanización (el azufre). La inmersión siempre debe hacerse a una velocidad controlada y automatizada.

La presidenta de la SLTC advierte: «La velocidad de las máquinas que controlan el dipping tiene que ser precisa porque si va demasiado rápido puede llegar a producir espuma o lo que se llaman «ojos de pescado», y si va muy lento puede alterar el grosor del producto final».

Posteriormente se forme el borde del preservativo con unos cepillos rotadores en la cadena de producción. 

El siguiente paso, la vulcanización, supuso un salto tecnológico para la industria del caucho hace poco más de un siglo y medio. Quien lo descubrió, Charles Goodyear, comprobó fortuitamente que, al añadir un poco de azufre al caucho natural o al látex y someterlo a temperaturas de entre 110°C y 160°C, su elasticidad mejoraba. Lo patentó y bautizó bajo ese nombre en honor al dios romano Vulcano.

Charles Goodyear descubrió la vulcanización en 1839, pero murió en la pobreza. El empresario Frank Seiberling lo homenajeó en 1898 al fundar la Goodyear Tire and Rubber Company. (Foto: ilustración Shutterstock)
Charles Goodyear descubrió la vulcanización en 1839, pero murió en la pobreza. El empresario Frank Seiberling lo homenajeó en 1898 al fundar la Goodyear Tire and Rubber Company. (Foto: ilustración Shutterstock)

Químicamente lo que ocurre en este proceso es que se forman enlaces cruzados entre moléculas largas de caucho que le dan al material mayor elasticidad, viscosidad, dureza, resistencia a la tracción y resistencia a la intemperie. Por eso, en la mayoría de los empaques de preservativos se lee la leyenda de “látex de caucho natural vulcanizado”.

Para tratar el látex en los hornos de vulcanización se sigue una regla: a mayor temperatura, menor tiempo de vulcanización, y viceversa. 

Los moldes van permanentemente girando en la cadena, explica De Greiff. Antes de que comience el proceso de inmersión de nuevo, los moldes pasan por un lavado y un horno corto de secado, se introducen otra vez en el coagulante y así sucesivamente.

Cuarta parada: poner todo a prueba

Es recomendable que, al usar un preservativo, las personas opten por lubricantes a base de agua, no de aceite. (Foto ilustración Shutterstock).
Es recomendable que, al usar un preservativo, las personas opten por lubricantes a base de agua, no de aceite. (Foto ilustración Shutterstock).

Una vez que se completa este paso en la fábrica, los preservativos se desmoldan, se lavan y se secan. Posteriormente se les añade un lubricante con una formulación específica. El látex natural puede hincharse o alterar su forma si se lubrica con aceites o hidrocarburos que no cumplen con requisitos de polaridad y peso molecular, explica De Greiff.

En esta etapa, los preservativos son sometidos a una prueba eléctrica en la fábrica. Se coloca un electrodo dentro de cada uno, si funcionan como aislantes —el látex no es conductor de electricidad— significa que ese preservativo no tiene ningún agujero.

Quinta parada: cruzar el océano

“Los fletes marítimos sufrieron un fuerte incremento en 2020", explican desde Kopelco, la empresa que comercializa la marca Tulipán. (Foto: ilustración Shutterstock)
“Los fletes marítimos sufrieron un fuerte incremento en 2020″, explican desde Kopelco, la empresa que comercializa la marca Tulipán. (Foto: ilustración Shutterstock)

Los preservativos se transportan por vía marítima y luego se dividen en lotes, lo que ayuda a mantener la calidad y detectar posibles fallas de fabricación en las empresas comercializadoras. Hay pruebas individuales y pruebas por lote una vez que llegan a destino. El proceso está regulado por normas internacionales como la ISO 4074 y, a nivel regional, por los convenios de Mercosur.

Aunque aumentó la demanda de guantes de látex a nivel mundial durante la pandemia, el transporte no se vio favorecido y llevar productos de un continente a otro supuso dificultades y un encarecimiento en la logística. Piña precisa que, en aquel momento, “un flete que podía costarte 3 mil dólares, pasó a costar 25 mil”.

Kopelco, la empresa que distribuye los preservativos Tulipán, importa los suyos desde Malasia y Tailandia. Desde la compañía explican a Clarín que el tiempo de transporte -en condiciones normales- puede variar entre 60 y 70 días de tránsito hasta que llega a su planta en Buenos Aires.

“Los fletes marítimos sufrieron un fuerte incremento en 2020 como consecuencia de la pandemia y se sostuvieron hasta finales de 2022, en particular la guerra de Ucrania ocasionó mayores demoras en los tiempos de tránsito”, dicen desde Kopelco.

Sexta parada: muestreo de lotes y distribución a farmacias

Pruebas de capacidad volumétrica a preservativos en la fábrica de Tulipán. (Foto archivo Maxi Failla)
Pruebas de capacidad volumétrica a preservativos en la fábrica de Tulipán. (Foto archivo Maxi Failla)

Una vez que llegan a las plantas en Buenos Aires, desde la empresa que comercializa Tulipán indican que los lotes pasarán por una serie de pruebas rigurosas y métodos de control: determinación de dimensiones, verificación de la integridad del envase, lavado, detección de agujeros y zonas porosas, codificación de lotes, análisis microbiológicos y método de determinación de la capacidad volumétrica y presión de reventamiento.

La “determinación de la capacidad volumétrica y presión de reventamiento” es una de las pruebas más vistosas del proceso de control. En ella, una ráfaga de aire controlada de 28,0 dm3 infla el preservativo hasta que alcanza las dimensiones de un gran globo antes de reventar, así se comprueba que el lote cumple con los estándares de volumen.

Finalmente, en el caso de muchos profilácticos, el preservativo se empaca en envases laminados de papel de aluminio, que ayudan a cuidarlo de temperaturas elevadas e impiden que el oxígeno (que puede llegar a oxidar el látex) penetre por períodos de tiempo prolongados.

Además de cada envoltorio individual, en las cajas grupales se añade el manual de usuario y, en ocasiones, bolsitas con lubricantes. Tanto en los paquetes individuales como en la caja debe aparecer siempre el número de lote y las fechas de elaboración y de vencimiento.

Si están almacenados correctamente, los preservativos pueden durar hasta 5 años desde su fabricación. La especificación de la OMS/UNFPA limita el tiempo de almacenamiento de los preservativos a granel antes de su envasado final a seis meses.

De allí, los preservativos pasan a los canales de distribución y llegan a las góndolas de farmacias, supermercados y kioscos. “Tulipán distribuye aproximadamente 4 millones de unidades a nivel nacional mensualmente, esto incluye las distintas variedades y presentaciones de la marca”, indican.

El séptimo y último paso: el uso y la prevención de ITS

Se estima que en Argentina son más de 140 mil las personas con el virus de inmunodeficiencia humana o VIH. (Foto: ilustración Shutterstock)
Se estima que en Argentina son más de 140 mil las personas con el virus de inmunodeficiencia humana o VIH. (Foto: ilustración Shutterstock)

A pesar de todo lo que amerita la fabricación y el transporte de los preservativos, un sondeo realizado entre 2020 y 2021 por Aids Healthcare Foundation Argentina (AHF) informó que “solo el 17% de los jóvenes utiliza el preservativo siempre en todas sus relaciones sexuales”.

Según el Boletín anual sobre el VIH y las ITS del Ministerio de Salud de la Nación, a diciembre de 2022 se estima que en Argentina son más de 140 mil las personas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y un “13 por ciento de ellas aún lo desconoce”.

Los preservativos pueden conseguirse de manera gratuita en hospitales y fundaciones como Fundación Huésped. Su uso sigue siendo clave para prevenir infecciones sexualmente transmisibles, pero la última parada del proceso no depende de la botánica, ni la química ni la industria, depende de cada quien.

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