Espectáculos

El Dipy contraatacó después de la polémica por la carne: “Dicen que fue un error, no tienen cara”

Después de la enorme repercusión que tuvieron sus críticas hacia los cortes de carne populares, diciendo que “ni a los perros se les dan” alimentos de esa calidad, El Dipy mantuvo una larga entrevista con LN+ donde volvió a criticar al Gobierno y recordó la dura realidad que le tocó vivir con su familia en el pasado.

“Eso no es carne con grasa, es grasa con carne. Sirve para limpiar la parrilla”, manifestó David Adrián Martínez, el nombre del músico de cumbia de 43 años que, en los últimos meses, se puso en el centro del debate político por sus críticas al gobierno nacional y al kirchnerismo en particular.

“Ya no nos mienten con la plata, no mienten con la comida. De chico metí la mano en la basura para comer y esto no se lo das a un animal”, insistió, luego de publicar en su cuenta de Twitter imágenes de cortes de carne con gran cantidad de grasa y hueso. En Mirá lo que te digo reveló que, luego de hacer sus posteos, la gente empezó a compartir miles de fotos similares.

“Dicen que fue un error, no tiene que haber error con la comida, esto son sobras. Compraron 600 toneladas de polenta para calmar el hambre de las masas, no tienen cara”, lanzó.

“¿Qué más te tiene que pasar para darte cuenta? Hay chicos que realmente creen que esto es mentira y que uno opera para un partido político. ¡No! Esto es lo que está pasando. Hola, despertate, a vos te está pasando, a vos que te cuesta llegar a fin de mes. Esa carne es para vos también. Despertate loco, porque este país es nuestro”, dijo, mirando fijo a la cámara, y remató: “¿Sabés cuál es la diferencia entre un fanático y un ciego? Que el ciego sabe que no ve”.

El Dipy: de Gualeguaychú a La Matanza

El Dipy, que conducirá un programa por radio Rivadavia todas las madrugadas, tuvo espacio para narrar su compleja historia familiar.

“Mi papá es lo más grande que hay. Vinimos de Gualeguaychú, Entre Ríos, cuando yo era muy chiquito, con una mano atrás y otra adelante. Mi papá compró un terreno haciendo changas y entró a laburar en una fábrica, y le consiguió laburo a mi mamá en la misma fábrica, entonces uno me cuidaba y el otro trabajaba. Después se pusieron una despensa en La Tablada, se hicieron la casita y fueron creciendo de a poco”, contó y recordó una anécdota de uno de sus primeros trabajos como ayudante de albañil.

“Cuando yo era chico estaban de moda los jeans Motor Oil, el de la chapita. Cuando ibas a bailar todos tenían ese jean y yo andaba con uno marca Lee que encima era trucho. Entonces, le pedí plata a mi papá para comprarme uno y mi papá me dijo: ‘Qué bueno, justo Don Alfredo -el vecino de la otra cuadra- se está haciendo la casa y necesita alguien que lo ayude con los ladrillos’. Fui, laburé un mes y me compré el Motor Oil. Qué mejor que ganarte lo tuyo sin darle explicaciones a nadie”.

Más adelante, se emocionó al recordar el esfuerzo que hicieron su mamá y su papá para que a él no le faltara nada, ni siquiera las galletitas que más le gustaban. “Mis viejos son unos grandes de verdad, nunca me hicieron sentir que la pasábamos mal”, remarcó. “Mis viejos secaban la yerba al sol para volver a usarla. Cuando ponés la yerba usada al sol se pone negra… Eso tomaba mi papá para poder comprarme galletitas a mi”.

Sobre el final, se despidió con una renovada crítica a la clase política: “El que menos tiene es el que más ayuda. Es así. Nosotros estamos cada vez más pobres y ellos (los políticos) cada vez más ricos”.

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