Opinión

AnálisisDuhalde y su memoria selectiva

Eduardo Duhalde

Por Carlos Saravia Day

Dicen que el célebre sofista Hyppias por medio de bebidas especiales adquirió la memoria de los dioses, lo que significaría también constante recuerdo de las desgracias pasadas. Quizás por esta razón, cuando a Temístocles le quisieron enseñar el arte de recordar declinó la generosa oferta diciendo: “Más quisiera saber el arte de olvidar porque me acuerdo muy bien lo que no quiero y no puedo olvidar lo que jamás quisiera recordar”

El golpe de estado en seco que encabezó Duhalde con su voluminosa cabeza de cejas para arriba, está vacía y no recuerda nada. Hoy profetiza sobre el futuro intentando imaginarlo a través de un golpe de Estado. Eso lo ha llevado inevitablemente a una serie de extravagancias. El político sólo puede aportar orientaciones generales sobre el futuro, pero no puede pronosticar acontecimientos específicos, como el golpe de Estado. Así se llegaron a escribir libros acerca de la adivinación y el sortilegio; se inventaron procedimientos para predecir el porvenir: electromancia, cefalomancia (que bien en cuenta debiera tener el dr. Duhalde), hidromancia, kiromancia y demás “ancias” que riman con extravagancia.

Cuando Tayllerand, célebre político francés, preguntó a Napoleón en qué consistía el trono, el emperador le contestó que consistía en unas tablas y un brocado y que lo importante era quién se sentara en él.

Quizás Duhalde se reservaba para sí el poder detrás del trono para hacer política “al dictado”, tendencia que se refleja permanentemente en la historia. La bendición presidencial no significa necesariamente la continuidad del poder en quien bendice. Con Juárez Celman no pudo ejercer el poder detrás del trono Roca, ni Irigoyen hacer política al dictado con Alvear.

El poder tiene su propia legalidad a la que sus servidores obedecen: son víctimas y victimarios a la vez.

La pista de las sucesiones presidenciales las da el propio Alberdi cuando decía que el presidente argentino es un rey sexagenal. Pero hoy el poder en nuestro país evoca al águila bicéfala de la mitología heráldica, en ese sentido  Fernández hace política al dictado de Cristina.

En este momento recuerdo el cuento infantil de los hermanos Grimm: “El ahijado de la muerte”; el dr. Duhalde en su momento fue el padrino y gran elector de su ahijado, el ex presidente Kirchner. Claro que el guion  no fue el de un cuento infantil, sino el guion cinematográfico de Francis Ford Coppola en la película “El Padrino”, como lo bautizara la actual vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner.

También en mis primeros recuerdos está el canto de la ronda infantil: “el que se va a Sevilla pierde su silla”: el ex presidente Kirchner pecó por ingratitud y el ex presidente Duhalde por exceso de confianza. Kirchner aprendió la lección y en un exceso de gratitud conyugal designó a Cristina.

Estos accidentes, anejos al poder, son “pecatta minuta”, pecados menores,

Lo que nunca podrá olvidar Duhalde, aunque lo niegue, es el golpe de estado al ex presidente de la Rúa, con la complicidad de algunos radicales y el Senado. Esto último revive el viejo adagio latino: “Senatoris viri bonis, Senatus mala bestia”: los senadores son buenos hombres, pero el Senado como cuerpo es un animal salvaje.

La vaca se hizo toro y el beneficiario del golpe de Estado terminó siendo el mismo Duhalde, que después de haber perdido la elección frente a de la Rúa, se tomó revancha.

Después de un trámite legislativo tortuoso y breve el golpe es redoblado, en un solo acto en dos tiempos: lleva la mácula del fratricidio: a Rodriguez Saá (el hombre de la sonrisa perpetua) lo degüellan mientras sonríe y recuerda a la Orestíada que conduce al final de la familia de los Pelópidas y Atridas.

Pelópidas (General  y estratega griego) lleva merecidamente el título de “Salvador de su Patria”, en cambio hoy Duhalde irrumpe como un “Pelo…pidas importante”

El lugar de los ex presidentes en la vida política es la del bloque de mármol blanco, en el salón también blanco de la rosada casa, piedra domesticada por el buril de un escultor que beneficie sus facciones.

Los ex presidentes como las ex presidentas Isabel Perón y Cristina Fernández de Kirchner también tendrán su mármol y su día.

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