Los allanamientos los realizó personal de Drogas Peligrosas de la Policía provincial.Trascendió que serían cinco las personas detenidas en la frontera y en esta capital.
Una aceitada maquinaria de preparar «camellos» para el microtráfico nacional e internacional de cocaína fue desbaratada por la Policía de la provincia. La fuerza logró detener al menos a cinco de sus integrantes y, por sobre todas las cosas, ubicar el domicilio donde se preparaban a las personas para ingerir cápsulas y llevar droga en sus cuerpos.
Los allanamientos comenzaron ayer en la madrugada, cuando la Policía irrumpió en un asentamiento ubicado frente a la terminal de Salvador Mazza, en terrenos pertenecientes al Ferrocarril Belgrano.
Fuentes policiales confirmaron anoche a El Tribuno que las detenciones se produjeron en el marco de una investigación de varios meses, que llevó a los investigadores al lugar mismo donde las personas eran «cargadas».
A ellas se les hacía ingerir una a una las 90 o 140 cápsulas de cocaína para luego entregarle un boleto para viajar a la capital salteña, a Buenos Aires o a Mendoza, según la necesidad del «camello».
La palabra necesidad surge de la gran demanda de pasajes a la Capital Federal y Mendoza, donde muchos extranjeros y pobladores de frontera tienen familiares.
La banda, cuyo líder se encontraría prófugo, se dedicaba a chequear en las boleterías de las empresas de transporte a las personas que necesitaban trasladarse vía terrestre a las principales ciudades argentinas. Luego del primer contacto, se les ofrecía un dinero como paga.
Se le advierte al «camello» que el dinero le será entregado si la persona/ camello llega a destino con la carga, pero poco les dicen acerca de la condena que sufrirá si son atrapados en el camino (5,2 años de cárcel), y menos aún del riesgo del estallido de una cápsula de cocaína en su estómago que resulta casi inmediatamente mortal.
Investigación
Esta modalidad estaba prácticamente en desuso cuando la droga ingresaba por toneladas por los cielos argentinos. Hoy el transporte terrestre de la cocaína está en auge y esta actividad «hormiga» también.
Una fuente de Salvador Mazza aseguró anoche que en Yacuiba y San José de Pocitos, Bolivia, en los mercados se puede encontrar los carteles donde se solicitan «personas que quieran viajar hacia Argentina», y se les ofrece un trámite rápido y el pago del canon y del dinero que se exige exhibir o demostrar para ingresar y permanecer en el país por un tiempo superior a una excursión turística. Los sujetos detenidos conformaban el laboratorio de los camellos. En ese lugar se le vacía el estómago por varias horas o a través de laxantes. Luego se les administra vaselina líquida y de a una se les hace ingerir las cápsulas de cocaína, del tamaño de una pila triple A. La investigación la llevó a cabo la Fiscalía de frontera y los efectivos de la División Drogas Peligrosas. Los allanamientos se realizaron en un asentamiento de Salvador Mazza, ubicado en terrenos del ferrocarril, y en barrio Las Hídricas y otros en el macrocentro y un barrio de Salta capital.
Un kilo o más por viaje
Una fuente de frontera aseguró a El Tribuno que los camellos fueron en un tiempo un ejército de personas traficando hacia la Capital Federal y el mundo.
“Los carteles de Europa pagan muy bien ese trabajo porque les asegura la llegada de la mercancía casi puerta a puerta”, graficó.
Luego explicó: “Cada persona ingiere unas 96 pilas que hacen un total de 1 kilo de cocaína de máxima pureza -e hizo una salvedad-. Hay personas que llegaron a transportar casi dos kilos en su estómago. Una vez pactado el transporte se le compra un pasaje a su nombre y apenas dos horas antes del embarque se la ingresa al laboratorio donde se le hace ingerir el kilo de cocaína en cápsulas.
Si llega a Buenos Aires, tendrá una recompensa de 500 dólares, y los gastos de hotel y pasajes hasta la entrega del total de cocaína.
La fuente aseguró que si el camello vuelve a partir de Buenos Aires hacia Europa, tendrá un pago asegurado de unos 3.000 euros, más gastos y estadía por una semana en hoteles de categoría.
Los camellos nunca viajan solos, entre los pasajeros hay una persona que los va controlando a distancia sin que el camello o la mula lo sepan.
Este sujeto informa sobre el viaje y los avatares que se dan en el mismo.
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