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Crisis en el Conicet: de ser la mejor institución científica de América Latina, a tener los peores sueldos en 15 años

Con un rol preponderante de sus científicos, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas está rodeado de reclamos salariales y falta de financiamiento que pone en riesgo la investigación nacional
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es la principal institución encargada de la promoción de la ciencia y la tecnología del país. Fue creado en 1958 mediante el Decreto-Ley 1291/58 e instituido como ente autárquico bajo dependencia de la Presidencia de la Nación. Actualmente es un organismo descentralizado en jurisdicción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que tiene como misión el fomento y ejecución de actividades científicas y tecnológicas en todo el territorio nacional y en las distintas áreas del conocimiento

Es tan destacado este organismo a nivel mundial, que en 2020 ha vuelto a ser elegido como la mejor institución pública de ciencia de América Latina, al tiempo que se ha colocado en el puesto 26 de organismos gubernamentales en el planeta. En los últimos meses tuvo un rol clave frente a la pandemia por COVID-19, por ejemplo, con el impulso en la elaboración de distintos test para medir anticuerpos contra el SARS-CoV-2 o para detectar la presencia del coronavirus, desarrollados por sus investigadores.

Entonces, frente a tanta ponderación y orgullo, cabe preguntarse ¿por qué el Conicet está sumido en una profunda crisis, con reclamos salariales que persisten a lo largo de los años y una desvalorización de los ingresos de sus miembros que atenta contra el propio desarrollo científico argentino?

En 2019, según datos oficiales publicados, el Conicet contaba con 10.923 investigadores miembros de la Carrera de Investigador Científico y Tecnológico (CIC), es decir, “personas con formación universitaria que se dedican en forma exclusiva a la investigación”, junto con las tareas de aplicación de la ciencia, su difusión y la formación de nuevos investigadores. Dentro de esta carrera hay cinco categorías: asistentes (2.930), adjuntos (4.072), independientes (2.595), principales (1.118) y superiores (208).

Además de este staff científico, el Conicet distribuye becas doctorales y posdoctorales para jóvenes graduados universitarios con el fin de “promover la formación de recursos humanos para la investigación”. La beca consiste en un dinero mensual, el otorgamiento de cobertura de una Aseguradora de Riesgo de Trabajo (ART) y, “en los casos que corresponda, la cobertura médico asistencial”. Como se trata de una beca y no de un salario, no se realizan aportes ni descuentos jubilatorios. Estas becas en 2019 fueron en total 10.295, compuestas por 7.790 becas doctorales y 2.505 posdoctorales.

“La situación salarial de los investigadores del CONICET es acuciante: en este 2020, la pérdida de poder adquisitivo de los sueldos ha caído al 50% con respecto al año 2015, situación que coloca esos ingresos en un 70% de pérdida en comparación con el mejor año salarial de los últimos diez (2011). Ello implica que este año los sueldos han llegado a su peor estado desde la crisis de 2001”, destacó a Infobae el licenciado en Comunicación Social, Martín Vicente, Investigador Asistente del CONICET en el IGEHCS-UNCPBA.

Y agregó: “Si bien el reconocimiento del Conicet es muy valorado en el mundo, sus investigadores son los peores pagos de la región, con sueldos que promedian por debajo de 5000 dólares anuales, frente a los aproximadamente 25.000 de un científico senior mexicano (en el punto alto de su carrera) o los 18.000 de uno inicial brasileño (quien comienza su trayectoria en el sistema). En la comparación con los investigadores de los países desarrollados, la brecha es aún mayor: mientras en los Estados Unidos los investigadores iniciales promedian entre 40.000 y 60.000 dólares al año, en la Unión Europea el ingreso promedio de los científicos se halla en 47.000. Este último dato no sólo dimensiona la gran disparidad entre la calidad de la producción científica y los magros ingresos de quienes integran el CONICET, sino que subraya las amplias desventajas que deben enfrentar los científicos argentinos en el concierto internacional”.

Para buscar una explicación a lo que sostiene Vicente, hay que recordar según publica un reciente informe de Chequeado, que la inversión en Ciencia y Técnica, que incluye el gasto de todos los ministerios o agencias estatales en investigación y desarrollo, transferencia de tecnología, educación de postgrado para formación de investigadores y promoción de las actividades científicas y técnicas, cayó durante la Presidencia de Mauricio Macri (Cambiemos). Entre 2015 y 2019, el gasto en Ciencia bajó un 36% en términos reales -es decir, en relación a la inflación-. También cayó en relación al presupuesto total: era el 1,5% de todo lo que gastaba el Estado nacional en 2015 y bajó al 1%, el menor valor desde por lo menos 2004. También empeoró en relación al Producto Bruto Interno (PBI): en 2015 la inversión en esta área representaba el 0,35% del tamaño de la Economía, mientras que en 2019 fue el 0,23%. Todo esto según los datos oficiales del Ministerio de Economía de la Nación.

“La ciencia en nuestro país enfrenta limitaciones de tipo estructural no sólo porque sus investigadores trabajan en condiciones que no se condicen con las de otros países, sino porque la ciencia a nivel global se mueve por medio de patrones dolarizados. Ello no sólo hace plausible la ‘fuga de cerebros’ hacia economías con mejores prestaciones para la investigación, empobreciendo el campo local, sino que impacta también en la desarticulación de equipos de trabajo, una menor circulación de la producción científica dentro y fuera del país y un acceso limitado a insumos básicos para el trabajo de investigación (acceso a equipamiento, bibliografía, membresía en organizaciones, que se pagan en dólares)”, sostiene Vicente.

Respecto a la caída de salarios en los últimos años reflejada en las becas y los salarios hay que destacar que la paritaria de los investigadores o del personal administrativo del Conicet es la misma que la de los estatales y sus salarios cayeron en términos reales cerca de un 41% de 2015 a 2019.

Según el experto, el acceso a la Carrera de Investigador Científico es un proceso que implica años de formación en grado, posgrado, doctorado y estudios posdoctorales, atravesar procesos de evaluación permanentes y finalmente ser calificado por juntas de evaluación en cada área de la investigación (de Física a Medicina, de Sociología a Ciencias Agrarias). Ese sistema es el más riguroso del Estado argentino y una vez en la carrera los investigadores realizan informes anuales o bianuales, cuya aprobación depende de realizar tareas diversas dentro del mundo de la investigación: publicar artículos, presentar trabajos en congresos, coordinar equipos de investigación o evaluar trabajos de colegas (que se realizan sin retribución económica). Estos informes, como la producción que les da sustento, son evaluados de modo colegiado en comisiones de pares referentes de cada área. Como puede apreciarse, condiciones de exigencia que aseguran tanto una producción de calidad internacional que hoy se ve seriamente comprometida por el proceso de degradación salarial.

“Si esos son problemas salariales generales, otro tanto ocurre con la composición del sueldo de los investigadores: el básico de la composición de las remuneraciones está por debajo de los 10000 pesos, a los que se suman diversos ítems (como una jerarquización que ronda los 30000) hasta componer el número final del salario, del cual se descuenta más de un 20% final en concepto de jubilación y otros aportes. Los investigadores, además, pagan ganancias en el mismo sentido que gran parte de los asalariados del país”, alertó Vicente, que denunció que en los últimos meses, a este deterioro se le agregó una situación anómala: con el aumento del monto para becarios (quienes realizan investigaciones doctorales y postdoctorales pero no son aún investigadores de carrera y de donde el sistema se nutre para renovarse) dado a inicios de este 2020, que no incluyó a los científicos de carrera, los de orden postdoctoral pasaron a ganar más dinero que muchos investigadores, generando un contrasentido en términos de escala de trayectoria y responsabilidades, amén de un absurdo institucional.

Para el especialista en datos, esto se sumó a que los científicos del CONICET han visto sus sueldos rezagados con respecto a otros sistemas de investigación, como las universidades (donde un docente-investigador de dedicación exclusiva gana en promedio un 20% más) y otros organismos del sistema científico. Ello genera distorsiones de todo tipo cuyo impacto es sistémico y especialmente lesivo para la calidad de investigación del principal organismo científico del país, el mismo CONICET.

“El proceso que ha colocado al CONICET en puestos de relevancia internacional ha sido posible por un ciclo de mayor inversión en el sistema científico que incluyó sueldos acordes a un trabajo de alto nivel académico y articulado en base a criterios que enmarcan una tradición de excelencia. Sin salarios de buen nivel, peligra la continuidad de proyectos, la renovación generacional en el ámbito científico y la propia sustentabilidad del sistema”, indicó Vicente.

Y concluyó: “La situación actual ha sido advertida por los integrantes del CONICET, que hemos peticionado ante las autoridades sin respuestas que impliquen una solución a estas problemáticas. Mientras celebramos la idea de “gobierno de los científicos” como un reconocimiento a nuestra tarea, debemos señalar que estamos ante un problema tan grave como de resolución sencilla por parte de las autoridades. Para ello, diversos investigadores proponemos un proceso en tres pasos, que contemple la reconstrucción salarial, la creación de un Convenio Colectivo de Trabajo (del que carecemos) y un acuerdo político en torno al progresivo aumento del presupuesto de Ciencia y Tecnología en términos reales”.

El pedido de los investigadores ha sido apoyado recientemente por una carta firmada por personalidades destacadas del ámbito científico mundial, quienes mostraron su consternación ante el panorama descripto, se solidarizaron con sus colegas argentinos y, a la vez que subrayaron el lugar de referencia de la ciencia argentina en el mundo, expresaron su confianza en que las autoridades reviertan una situación tan angustiosa como pendiente de una decisión política por parte del Poder Ejecutivo, que bajo la actual conducción del presidente Alberto Fernández, anunció a comienzo del 2020 la “recomposición en las becas doctorales y posdoctorales del Conicet”, becas que en diciembre de 2019 eran de $29.817 para hacer el doctorado y $36.752 para quienes realicen el posdoctorado, que se aumentaron mensualmente hasta que en junio último llegaron a ser de $45.430 y $54.833, respectivamente, acumulando un aumento del 50%, pero lejos todavía casi un 20% menos de lo cobrado en diciembre de 2015 en términos reales.

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