Policiales

Juicio Conteniendo el llanto, la madre de Paola Álvarez exigió justicia y dio algunas sorpresas

Médiums, películas pornográficas y el mal accionar policial: todo lo que dejó la primera jornada del juicio por el asesinato de Paola Álvarez.

Adentro del Poder Judicial de Salta, mientras abogados y empleados del lugar realizaban los últimos preparativos para que inicie el juicio por el asesinato de Paola Álvarez, la puerta se colmó de una batucada.  Algún incauto podría confundir los sonidos de los bombos, redoblantes y trompetas como el resultado de algo festivo. Pero esas personas  no fueron ahí a celebrar nada, fueron a exigir justicia por una chica de 21 años brutalmente asesinada, según consigno La Gaceta de Salta.

El juicio

Tanto Santiago Zambrani, acusado de ser el autor material del asesinato y sus padres, Amelia Inés Huergo y Alfredo Francisco, sobre quienes pesa la sospecha de ser cómplices del hecho, se abstuvieron de declarar.  “Por el momento no”, dijo Santiago Zambrani.

Quienes acostumbran a cubrir juicios de esta índole señalaron que se notaba el apoyo familiar a Santiago Zambrani. Señalaron que estaba bien vestido, se lo veía pulcro y que el único cambio notorio con el momento en que fue detenido tenía que ver con los kilos que había perdido.  Dicen estos especialistas que por lo general ese tiempo de detención en la Alcaidía marca un deterioro inconmensurable en los detenidos, que al año se presentan a juicio como si les hubiera pasado una década.

La primera persona en declarar fue Mónica María Morales. Tomó su lugar frente a los jueces con una remera blanca, en la que estaba estampada una foto de su hija. Los ojos grandes, sonriente. La remera tenía la frase:

“Siempre vivirás en nuestro Corazón”

De a ratos a punto de quebrarse, con el llanto asomando en cada frase, la mujer aportó algunos datos importantes. Contó por qué empezó a sospechar de Zambrani y realizó el sábado 6 de mayo de 2017, un día después de su desaparición, una denuncia en su contra: Zambrani, que hasta ese momento era conocido sólo como uno empleador y quizá amigo de Paola, le empezó a mandar mensajes diciendo que había estado trabajando hasta las 4 am en su casa, también decía que la quería, que eran pareja, etc. Eso despertó su sospecha.   “Sentí mucho miedo y primero pensé que estaba enojado porque yo lo había denunciado. Me dijo que mi hija se había ido de su casa porque se había enojado”, dijo. La sospecha nunca fue de un asesinato, ella quería creer que su hija estaba encerrada en algún lugar.

De manera sorpresiva – porque no lo había declarado antes- la mujer dijo que antes de la desaparición, Paola recibió amenazas a su celular que provenían de un celular no identificado. Paola le dijo a su madre que los mensajes eran de Zambrani. “Santiago estaba enamorado de ella pero se había enojado porque ella no quería nada con él. Mi hija estaba en crisis con su pareja y se habían distanciado pero no sé los motivos”, dijo.

Hay un detalle que tal vez no sea importante para el desarrollo del caso, pero que es necesario subrayar: en la primera comisaría a la que acudió la madre de Paola Zambrani no le quisieron tomar la denuncia. Lo mismo le pasó al Francisco René Arroyo, novio/concubino  de la joven.  A muchos padres y madres les pasa exactamente igual y este retraso puede tener consecuencias nefastas para el desarrollo de un caso.

Las preguntas de la abogada defensora, Ana Cortez, quien se hizo cargo del caso el viernes pasado, tras el intempestivo alejamiento del letrado Daniel Luna, dieron pie a que Mónica María Morales se explayara sobre dos hechos que poco aportaron a la causa, pero que generaron una gran conmoción. Mónica confirmó que a los días de la desaparición de su hija, ella fue a ver a una médium, una espiritista, para que la ayudara a buscar a Paola. La médium le dijo que Paola ya no estaba en este mundo. Mónica dijo que después de eso, fue a ver a otra médium y después a otra y a otra y a otra. Buscaba que una que al menos le dijera que su hija estaba viva.

Una de estas médiums sí le dijo que estaba por La Caldera (donde finalmente hallaron los restos, 104 días después de su desaparición). En su afán de buscarla, fueron en auto a recorrer el lugar. Una prima que iba en el auto creyó ver a Paola en otro vehículo y trataron de seguirlo pero se alejó. Las palabras de Mónica se cortaron ahí. Tuvo el fiscal que hacer una pregunta para que contara el verdadero desenlace: el auto y el conductor pasaron por la comisaría de ese municipio.  Era el vehículo de alguien que trabaja en extracción de áridos. Obviamente Paola no estaba en el auto.

Mónica también contó que cuando salía a buscar a su hija a la calle, repartiendo sus fotos, no quería volver a casa, porque le daba vergüenza decirles a los hermanos de Paola que no la había encontrado.

El testimonio de Franco René Arroyo

Franco René Arroyo era el novio/concubino de Paola. También es el padre de Guillermina, hija de la pareja. Él fue la segunda persona que se presentó a declarar en la jornada.

Había ciertas expectativas sobre este testimonio, ya que, al menos mientras Paola estuvo desaparecida, los abogados defensores de los padres de Zambrani dieron a entender que la investigación debía centrarse en Arroyo, no en Zambrani. Pero si bien Arroyo dio a entender que la relación no era perfecta y que cada tanto discutían, nunca hubo mayores inconvenientes con Paola ni con su familia.

El fiscal hizo una pregunta crucial para desestimar cualquier tipo de participación de Arroyo. Le preguntó si tiene auto o si sabe manejar. El joven lo negó: tiene moto, la maneja, pero no posee auto, nunca lo tuvo, no sabe cómo manejar uno.

Franco dio a conocer que el día que fue a presentar la denuncia por la desaparición de Paola, le dijeron que no se la podían tomar, porque la madre ya había presentado denuncia contra el novio. Franco le dijo al policía: “pero yo soy el novio”. Fue ahí que se enteró que no, que a quien tomaban como novio no era él.

Ese día vio, porque una tía de Paola se la mostró, una foto de Zambrani besando a su novia.

Franco René Arroyo es de pocas palabras. No se notaba resentimiento en sus intervenciones. Está a cargo de su hija, la relación con la familia Álvarez sigue siendo excelente y jura que fue ahí para buscar justicia.

Las versiones del caso

Si bien los acusados no declararon, sus testimonios estuvieron presentes: el fiscal solicitó que se lea lo que Santiago Zambrani y sus padres habían declarado en su momento, cuando se realizaba la investigación.

En la versión de los Zambrani, Paola se quedó hasta las 4 am en la casa de Santiago, primero limpiando la casa, luego tomando una birra, mientras veían una película. En una de las versiones se dice que vieron una película porno; en otra que vieron una película de acción. En algún momento, Zambrani le hizo un chiste que a Paola le cayó mal y se fue corriendo del lugar y  como Santiago estaba mal del pie (necesitaba ponerse una bota ortopédica) no pudo alcanzarla.

La hipótesis del fiscal, basada en el entrecruzamiento de llamadas, de mensajes y búsquedas de internet es otra: Zambrani drogó con clonazepam a Paola y la mató ahorcándola. Con la camioneta de sus padres, tiró el cuerpo en ese barranco de La Caldera. Una de las pruebas es que justamente Zambrani había googleado frases como “para hacer dormir a una persona”, “dopar a una persona” o “cuánto dura el efecto del clonazepam”.

El desarrollo del caso

Hay 55 testigos citados a prestar declaración. Se espera que el juicio se extienda hasta el 3 mayo.

Alrededor de las 13, cuando terminó de declarar Franco René Arroyo, afuera aún sonaban los bombos, redoblantes y trompetas. La humilde parafernalia tuvo que ver, más que nada, con una forma de ganar visibilidad. Convirtieron su pedido y su dolor en algo insoslayable para todos los ajenos a las circunstancias.

No está mal: la muerte de una mujer debe interpelarnos a todos.

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