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Escuela Alejandro GauffínBullying: un compañero le rompió la nariz y tuvo que ser operado

El nene tiene 11 años y va a la escuela Alejandro Gauffín. La familia denuncia que el niño sufre diversas agresiones desde hace tres años y que los directivos de la institución nunca abordaron el tema en serio.

Jeremías volvió a clases el martes, después de dos semanas de reposo y de miedo. El 1 de junio pasado, a la salida de la escuela un compañero le rompió la nariz y lo tuvieron que operar. Desde hace tres años la familia viene planteando que el nene sufre bullying pero, según señalan, las autoridades educativas nunca abordaron en serio el tema. Tras la última agresión, que hospitalizó al alumno de 11 años, se radicó la denuncia ante la Policía y el Ministerio de Educación de Salta, según informó El Tribuno.

El Tribuno consultó a los funcionarios públicos del área correspondiente pero ninguno quiso hablar sobre lo sucedido en la escuela 4035 Prof. Alejandro Gauffín del barrio San Remo, que recientemente también fue noticia por discriminar a una nena trans.

«El jueves 31 (de mayo) me llamaron a la casa diciendo que mi hijo fue golpeado en la escuela por dos compañeritos, cuando llegué me atendió la vice, me dijo que tenía golpes en el brazo y en la boca. Me dio el papel del seguro médico pero figuraba que se había caído en educación física. Eso me enojó mucho como padre porque no coincidía con lo que realmente había pasado», relató Hernán Morales, el padre.

Al día siguiente, alrededor de las 18.30, el hombre recibió otro llamado, esta vez de la Policía. Lorena Pérez, mamá del niño, salió corriendo y encontró a su hijo en la camilla de la salita ensangrentado. El compañero que lo molesta desde hace un año lo esperó a la salida y le propinó golpes de puño y rodillazos en la cara, que terminaron por romperle la nariz.

Ese viernes por la noche, la abuela de Jeremías, Marina Maraz, lo llevó al hospital Papa Francisco, donde le hicieron una primera placa que mostró la fractura. Como habían hecho denuncia policial los mandaron al médico de la Policía, en la zona norte, que finalmente no encontraron, retornando a la casa a medianoche.

El sábado por la mañana un médico confirmó la fractura, pero como estaba muy inflamada la zona había que dejar que se desinflame un poco. El lunes se realizó otra placa de control y el viernes siguiente el médico confirmó que era para cirugía. Lorena recordó que entonces le comentó al médico lo que le dijeron que en la escuela: que «los golpes por peleas» no eran cubiertos por el seguro de salud escolar, pero el profesional le respondió que no era así, que él iba a operar al niño por medio del seguro en una clínica, que se quedara tranquila. Y así fue.

«La escuela encubre los casos de violencia, nos dicen que por ayudarnos ponen en el seguro otra cosa (por ejemplo, golpes en educación física), de esta forma los conflictos no quedan asentados en el legajo ni en ninguna parte», reclamó Cecilia Pérez, una tía.

“Mi sobrino tiembla de miedo”

“Mi sobrino es muy sensible. Cuando alguien lo insulta, él llora. Al llorar, el chiquito (agresor) lo agarró de punto”, comentó una de las tías, Cecilia Pérez, y agregó que como familia están desconcertados porque ya no saben cómo actuar.
Las agresiones comenzaron con insultos y degradaciones, como “gordo”, y luego siguieron con violencia física. El asunto es que la escuela siempre dice que el nene se cayó por accidente.
El año pasado, por lo menos ocho veces ocupó el seguro escolar por supuestas caídas. “Mi sobrino tiembla de miedo, alguien le toca la espalda y empieza a temblar ”, relató la joven a El Tribuno. 
Al alumno que le pegó, esta semana lo cambiaron al turno mañana. Cecilia planteó que, además de hacer el traspaso la escuela debe trabajar urgente el tema del bullying en las aulas.

Quejas por la directora

Tras la golpiza, la familia del nene agredido se acercó a la escuela Gauffín del barrio San Remo. Según los familiares, la directora, en principio, les negó el acceso al seguro de salud escolar aduciendo que el hecho había ocurrido afuera del establecimiento. “Le dijimos que la supervisora señaló que sí correspondía y recién ahí nos hizo el papel”, contó una de las tías. 
Apuntaron contra la actual directora, que el año pasado era vice, como una persona que “no da respuestas, minimiza todo y siempre está apurada”. Durante las dos semanas que el nene faltó a clases, los directivos nunca llamaron a la familia. Solo una docente lo hizo.
 

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