Opinión

Análisis Adiós al “relato” del avión: ni el piloto era homónimo ni los iraníes eran instructores de vuelo

Por Héctor Gambini

El Gobierno se esfuerza por despegar al avión y a sus tripulantes del terrorismo, pero cada vez aparecen más datos en sentido contrario.

A veces, la verdad está en lo que no se dice.

El vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Said Khatibzadeh, afirmó que el avión retenido en la Argentina es parte de una “operación de propaganda” contra el régimen de Teherán. Pero no dijo una palabra acerca de que el piloto Gholamreza Ghasemi fuera un homónimo de la persona sobre la que alerta EE.UU..

Venezuela hizo un comunicado condenando a Uruguay por no dejar aterrizar al avión en Montevideo y ahora reclama la devolución de la nave retenida, pero no dijo una palabra acerca de que los 14 venezolanos de la tripulación estaban allí para aprender a volar un Boeing. Más aún: el diputado chavista William Fariñas replicó desde Caracas: “Nuestros aviones vuelan con nuestros pilotos entrenados”.

Conclusión: los dos argumentos principales del gobierno argentino para exculpar rápidamente al piloto y a la tripulación del avión sospechados de espionaje no son compartidos ni por los propios países interesados.

No hay homónimo -como dijo Aníbal Fernández- ni vuelo de instrucción, como dijo Agustín Rossi. ¿Hay que recordarlo? Los opinantes no son panelistas de un reality bizarro sino el ministro de Seguridad y el jefe del Servicio de Inteligencia de la Argentina.

Los funcionarios argentinos son tan imaginativos para acomodar la realidad al “relato” que ni Irán ni Venezuela pueden seguirles el ritmo. Lo hicieron oficial cuando la vocera presidencial calificó a la cuestión del avión como una “novela”. La diferencia es que se la atribuyen a los medios.

¿Cómo encajarían en una “novela periodística” el interés de las embajadas de Estados Unidos y de Israel, de Uruguay y de Paraguay (este país también abrió una causa judicial por la misma aeronave) que avalan las sospechas sobre el avión fantasma?

Tan curioso como los argumentos es la actitud del Gobierno de salir a encolumnarse tras una férrea defensa del avión y sus tripulantes. Más que una cátedra sobre la presunción de inocencia, lo que parece es algún modo de encubrimiento preventivo.

Pudiendo decir “habrá que esperar lo que determine la justicia”, el mensaje constante de los funcionarios es: “Seguro que son inocentes y no tienen nada que ver”.

Los hechos van en sentido contrario.

Al dictamen del martes de la fiscal Cecilia Incardona -pidiéndole al juez profundizar la investigación acerca de si el avión participaba de actividades terroristas- se sumaron este miércoles dos datos fuertes.

El primero es que en el celular del capitán Ghasemi aparecieron fotos de misiles, tanques y banderas con leyendas contra Israel.

A ese collage se sumarían imágenes del propio Ghasemi con el uniforme de la fuerza Al-Quds, las brigadas de élite iraníes vinculadas con el atentado a la AMIA (1994, 85 muertos). El ex jefe de Al-Quds, Ahmad Vahidi, sigue en las alertas rojas de Interpol como prófugo de la justicia argentina.

El segundo dato es que la embajada de Israel en Paraguay afirmó que los iraníes que ahora se aburren pidiendo delivery de pizza en un shopping de Canning habrían actuado como traficantes de armas para Hezbollah, a quien la Argentina considera una organización terrorista.

Ambos datos parecían estar ya en conocimiento de la fiscal Incardona, que en su dictamen del martes habló de “varios rastros” que justifican seguir investigando al piloto y a la tripulación.

Hay 24 puntos que quiere aclarar: 13 que aún faltan y 11 nuevos.

La fiscal afirma que las sanciones a Mahan Air -la aerolínea iraní que le habría vendido el avión a Venezuela, aunque esto todavía está en duda- son un dato cierto. Aquellas sanciones fueron por “transportar armas y personal para Hezbollah”.

También llamó la atención de la fiscal un informe del FBI que dice que la modalidad habitual para transportar armas o componentes militares para el terrorismo es hacerlos pasar como vuelos civiles y comerciales, que es justamente lo que ocurrió acá: un vuelo civil con una carga de autopartes.

En medio del “relato”, se difundió a través de diversos medios oficialistas que “la derecha está haciendo una novela con el avión como hizo antes con la muerte de Nisman”. No fue casualidad.

La “novela” de Nisman sigue investigándose como un asesinato, después de que el suicidio que el gobierno de Cristina Kirchner quiso imponer de entrada no tuviera ningún indicio verosímil en las circunstancias del hecho ni en la escena del crimen (manos de Nisman sin rastros de pólvora y el arma bajo el hombro izquierdo del cuerpo, en una posición imposible para quien se dispara de pie y con la mano derecha).

Las menciones a Nisman vinculadas a la “novela” del avión aparecieron justo en la misma semana en que, casi en secreto, declaró por la muerte del fiscal el ex director de la SIDE Fernando Pocino.

Era el espía preferido de Cristina cuando Nisman fue hallado muerto, cuatro días después de denunciarla.

Tras la declaración de los espías, la justicia podría citar al jefe a quienes todos ellos reportaban el día en que Nisman apareció muerto: el ex segundo de la SIDE y actual viceministro de Justicia, Juan Martín Mena.

Con o sin novela, él sólo reportaba a Cristina.

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