Policiales

JuicioAcusado de femicidio dijo que la joven se prendió fuego sola, al intentar “hacer brujería”

Testificó Pablo Gabriel Yáñez, acusado de intento de asesinato, en el cementerio de la Santa Cruz, de Salta. La versión que dio es espeluznante.

El 25 de enero de 2019, en la necrópolis ubicada en la calle Talavera de la ciudad de Salta, personas que habían ido a visitar a sus seres queridos llamaron al 911 porque había ingresado al cementerio una pareja discutiendo, de manera violenta.

Al llegar, los policías que respondieron a la llamada encontraron a Rocío Noelia Sarapura, dentro de una fuente, intentando apagar el fuego de su cuerpo. Junto a ella estaba Pablo Gabriel Yáñez, quien fue detenido y actualmente es juzgado por intento de femicidio.

Rocío Noelia Sarapura declaró días atrás. Pese a tener las cuerdas vocales dañadas por el incidente, dijo ante la jueza Carolina Sanguedolce

que mantenía una relación con el acusado desde hacía aproximadamente seis meses y que a partir del tercer mes, éste comenzó a golpearla e insultarla por supuestos celos.

Relató que el día de los hechos se dirigió al Cementerio de la Santa Cruz y se encontró con el acusado en la puerta, quien se puso violento y la hizo ingresar casi por la fuerza. Una vez adentro, comenzaron a discutir porque ella le manifestó que quería ponerle fin a la relación y éste la golpeó en el rostro y cuando se encontraba en el piso, la roció con alcohol que tenía en una botella entre sus pertenencias y le prendió fuego con un encendedor. Dijo que ella comenzó a gritar y por sus propios medios se acercó a un piletón y comenzó a mojarse para aliviar el dolor de las quemaduras, que se encontraban concentradas de la cintura para abajo, ya que pudo cubrir su rostro con las manos.

Este lunes 6 de julio testificó el acusado. Pablo Gabriel Yáñez dio su versión de los hechos y aseguró que no era novio de la joven, sino, simplemente, un amigo.

Sobre los hechos ocurridos el 25 de enero de 2019, cuando Rocío Natalia Sarapura fue derivada de urgencia desde el Cementerio de la Santa Cruz hasta el Hospital San Bernardo, con quemaduras tipo AB en abdomen, piernas y manos, dijo que se usualmente se encontraban en el parque San Martín, conversaban y se contaban sus problemas. Todo comenzó, según Yañez, el 24 de enero. Se encontraron con Rocío en la plazoleta de la Legislatura hasta la noche. Allí, ella le pidió plata para comprar algo. Le dio 300 pesos y volvió con papas fritas y una cerveza. Según Yáñez, él en ese momento le reclamó que se pusiera a tomar teniendo delante a su beba y le propuso que fueran a dejarla a su casa. Eso hicieron y luego de comprar más cerveza y vino en inmediaciones del Parque San Martín se fueron a tomar al mirador que está detrás del Hospital San Bernardo. Allí se quedaron toda la noche, charlando, sostuvo el imputado.

A las 7 –prosiguió- Rocío le pidió más plata para comprar más bebida pero él ya no tenía. Entonces se fueron a la terminal de ómnibus donde un amigo suyo le dio cien pesos a la denunciante a cambio de un parlante portátil que ella tenía en su poder.

Con ese dinero se dirigieron a una farmacia de calle San Martín y compraron una botella de medio litro de alcohol etílico para tomar. Luego fueron a pedir algo de comida a un local de hamburguesas ubicado cerca de la Plaza 9 de Julio. Comieron y regresaron a calle San Martín. El acusado continuó relatando que eran como las 11 cuando a Rocío se le ocurrió pedirle dinero a una conocida que vendía empanadas en el parque. Regresó con 200 o 300 pesos y media docena de empanadas. Con ese dinero compraron dos vinos y cigarros y se fueron a tomar debajo de una morera ubicada cerca de la morgue del hospital San Bernardo. Cuando estaban ahí – aseguró Yáñez- la denunciante le propuso ir al cementerio. “Quiero ver a mi primo. Dale, no me dejés sola, mirá cómo estoy de machada”, dice el imputado que le suplicó Rocío.

Fueron. Tomaron algo más en la puerta de la necrópolis y cuando iban entrando – detalló el imputado- Rocío le dijo que estaba mareada, él la sostuvo pero chocaron contra una puerta. Dice que dos empleadas del cementerio vieron esa escena.

Yáñez detalló que fueron al baño a lavarse la cara y siguieron hacia la tumba de Pedrito Sanhueso. Allí Rocío sacó dos paquetes de velas y flores de su mochila. A continuación pasaron por la tumba de un amigo suyo, encendieron una vela y finalmente se dirigieron al sepulcro del primo de la denunciante, donde encendieron otra.

Yáñez sostuvo que en ese momento Rocío le dijo que le quería mostrar algo que habían hecho con su mamá en el cementerio. Él supuso que era algo relacionado con “esa tontera de la brujería”. Dice que pasaron por un sector donde había un altar a San La Muerte y luego le preguntaron a un empleado de limpieza dónde estaba el santuario a la Difunta Correa. Él les indicó y fueron hacia allí. El imputado relató que en ese lugar, al costado de una escalera, en el segundo nicho, Rocío levantó una tapa y sacó tres muñecos con agujas clavadas: uno tenía forma fetal, precisó. Los colocó en una bolsa que levantó de un cesto de basura, se puso de cuclillas, sacó un cigarro, lo encendió y también le prendió fuego a los muñecos. Ella se quedó mirando cómo se quemaban y de repente le dijo: “Pablo, sacá el alcohol que queda de la mochila y echalo encima”. Él obedeció –afirmó el imputado- y luego de volcar el contenido del envase sintió que se quemaba las manos. Y vio a Rocío sentada en el piso: tenía dos ampollas en las piernas.

Yáñez dice que entonces buscó a un empleado del cementerio y le pidió que llamara a una ambulancia. Enseguida levantó a la denunciante y la llevó hacia una pileta, abrió el grifo y comenzó a tirarle agua. Para ayudarse sacó la caja de vino que les quedaba en la mochila, la vació y la usó como recipiente.

El acusado aseguró que fue un accidente. Aseveró que ayudó a cargar a Rocío en la ambulancia, que la acompañó al hospital y se quedó para ver cómo evolucionaba. “Me decía que no la deje sola y que su mamá se iba a enojar”, expresó.

Yáñez también negó haber llamado por teléfono a la víctima desde la Alcaidía para amenazarla. “Eso se puede corroborar porque hay un registro de llamadas y hay un celador que anota el número al que llamamos”, aseguró.

También desmintió haberle pegado alguna vez. “Nunca tuvimos problemas. Éramos amigos”, concluyó.

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